Los cascos de los corceles hicieron vibrar el asfalto en el cantón Salitre. Después de la ruta de 8 kilómetros, los jinetes disfrutaron de una fiesta de integración montuvia. Foto: Mario Faustos / EL COMERCIO
Cherokee no es un jeep pero sí un todoterreno. El caballo criollo de pelaje marrón dejó por un día los potreros enlodados para trotar por la vía que lleva al cantón Salitre, en Guayas. “Este bandido es velocísimo”, dijo Alfredo Herrera, su cuidador. “Le puse así por las películas de los indios contra los vaqueros”, contó.
El sábado, Herrera vistió al potro con su mejor traje: montura de madera, un sudadero limpio, pechera, riendas y estribos de cuero y metal. Y él también usó su mejor camisa.
Esa elegancia caracterizó a los casi 6 300 caballistas que acudieron a la V Cabalgata de Integración Montuvia, dirigida por la Dirección de Turismo de la Prefectura del Guayas.
Durante una hora y 8 kilómetros, los jinetes exhibieron su valentía y también su picardía. Los relinchos y el paso de los equinos eran música para los oídos. Las amazonas montuvias deslumbraron con su belleza. Y el campo regaló un paisaje soleado y su verdor.
“Esta es nuestra vida. Somos decididos y montamos sin miedo”, dijo Flavio Guerrero, integrante de la Asociación Agropecuaria Caballos Dorados de Salitre, localidad reconocida como la Capital Montuvia del Ecuador.
La esencia de la vida montuvia sale de lo profundo del agro y galopa por las ciudades una vez al año en estas cabalgatas, que se realizan desde el 2012. El encuentro se ha convertido en una actividad infaltable de cada noviembre, en homenaje al Guayas por sus fiestas de provincialización; y una vitrina turística de la cotidianidad del hombre y la mujer del Litoral.
“Así demostramos que el montuvio no es un simple campesino, sino que crea una cultura con el rodeo, el amorfino, el baile”, comentó Javier Avellán, del Comité de Integración Montuvia del Guayas, parte de los organizadores.
Antes de la ruta del sábado, Antonio Burgos y sus compadres arreglaban sus uniformes y compartían unos ‘cortitos’ de aguardiente. “Es solo para entrar en calor”, contó después de unos cuantos tragos secos.
Esta fiesta montuvia, además, atrajo a vendedores de sombreros, sogas de cuero y platos típicos como seco de gallina, bollos y también puros.
“Por eso son importantes las cabalgatas, porque no solo muestran la confraternidad o mantienen viva esa sana relación entre el hombre y el caballo; también mueven la economía”, comentó el prefecto Jimmy Jairala, quien llegó con Nevado, su fiel compañero.
Durán, Playas y Samborondón son algunos de los cantones guayasenses que abrieron sus puertas al paso de los centauros que llegan desde otros rincones del Guayas, así como de Los Ríos, Manabí, Santo Domingo, El Oro, Azuay…
Casi 30 000 jinetes se han sumado en estas cinco cabalgatas, como reflejan los registros de la Prefectura. Por su magnitud, en el 2015 la provincia fue nombrada Destino Mundial Ecuestre, por la Organización Mundial de Turismo Ecuestre.
Ronny Huayamabe llegó desde Daule. El sábado elevó su sombrero para saludar al paso a quienes se aglomeraron en las aceras de Salitre. “Este es el orgullo montuvio”.