Butoh, danza que se relaciona con la muerte, gana adeptos en Guayaquil

Rafael Risco y Andrea Freire, oficiantes de danza butoh, presentaron funciones en Guayaquil, en el marco del programa Las Noches del Chivo. Foto: Cortesía Vicente Gaibor

Rafael Risco y Andrea Freire, oficiantes de danza butoh, presentaron funciones en Guayaquil, en el marco del programa Las Noches del Chivo. Foto: Cortesía Vicente Gaibor

Rafael Risco y Andrea Freire, oficiantes de danza butoh, presentaron funciones en Guayaquil, en el marco del programa Las Noches del Chivo. Foto: Cortesía Vicente Gaibor

La danza es de origen japonés, se relaciona con la muerte y la oscuridad. El espanto es otro de los elementos del butoh, que nace tras la conmoción de los bombardeos atómicos de Hiroshima y Nagasaki, y que busca un espacio en la escena de Guayaquil.

El abordaje de lo grotesco y de la fealdad son claves en las propuestas escénicas de nuevos bailarines locales de butoh. Aunque aún es muy pronto para hablar de un movimiento, en los últimos meses las presentaciones de Rafael Risco y Andrea Freire coincidieron con la visita de maestros chilenos como Evelyn Barra y Lobsang Palacios.

“El butoh es la danza más joven del mundo”, indica Andrea Freire, actriz de teatro de 26 años, que se inició en las técnicas japonesas hace dos años. “En las otras disciplinas el cuerpo determina incapacidades de ejecución, en el butoh trabajas con esas limitaciones y con el conocimiento de tu cuerpo”, agrega la bailarina.

Freire se vinculó con la danza a través de un taller con uno de los pioneros de la danza en la ciudad, Julio Huayamave, ‘oficiante’ de butoh desde el 2006 y quien realiza intervenciones en lugares públicos.

“El butoh es ir en búsqueda de la danza primitiva de cada uno. Cada ser humano tiene una danza primigenia. Y te da la posibilidad de encontrar en el espanto belleza”, indica la actriz del grupo Arrastra Teatro.

Rafael Risco, artista visual y docente de secundaria, dice que el género se encuentra a medio camino entre la danza y el teatro, también le permite a cada oficiante transcribir la técnica a su propio lenguaje. Reconoce que apela de alguna forma a lo siniestro, pero cree que de la oscuridad también puede surgir lo sublime.

Risco, de 35 años, se inició en el butoh en 2013 en un taller con Alex Zambrano, guayaquileño residente en Francia que cada año viene a la ciudad a dictar talleres. La danza japonesa sirve como entrenamiento expresivo para otras vertientes teatrales.

Cristian Levi, director de La Calderachamanika Productos Culturales, ha organizado presentaciones de butoh en el marco de su programa Las Noches del Chivo, que exhibe danza en un departamento del centro de Guayaquil. Reconoce que es un riesgo apostar por estas nuevas estéticas, pero la recepción del público en las funciones de marzo y abril pasado sobrepasó sus expectativas.

El experto español Joan Soler apunta en un estudio que el butoh más que maquillajes blancos y "patas chuecas", es una rebelión de la danza, una invitación a profundizar, una técnica que requiere tiempo y que compromete entrañas, cuerpo y alma.

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