Los alumnos del Dalcroze realizaron una práctica en caso de sismo. Foto: Pavel Calahorrano / EL COMERCIO
Los simulacros, las charlas y las brigadas para enfrentar a fenómenos naturales ya son parte de la cotidianidad en los planteles. El último viernes de cada mes se pone en práctica esos conocimientos en un ejercicio. El objetivo: prepararse frente a sismos, erupciones volcánicas, inundaciones o incendios.
En colegios particulares como el Émile Jaques-Dalcroze o el Educar 2000 y en fiscales como el Manuela Cañizares, los planes de prevención cuentan con la colaboración de la comunidad educativa.
Docentes, alumnos y personal administrativo integran brigadas en caso de emergencias. Esto se contempla en el plan de reducción de riesgos elaborado por cada plantel.
Según el Ministerio de Educación se hicieron 14 527 planes en establecimientos de un total de 20 669 (hasta el año pasado). Es decir, el 70% de centros cuenta con una planificación de riesgos. En total existen 14 527 comités o brigadas.
Ser un brigadista requiere cierta preparación. Por ejemplo conocimientos básicos de primeros auxilios y capacidad para resolución de problemas, entre otros. Los chicos del Dalcroze (600 estudiantes) saben sobre esas temáticas, ya que, desde el primero de bachillerato reciben clases.
Angie Chancusig y Ricardo Naveda son estudiantes del tercero de bachillerato y una de las parejas de brigadistas.
Su labor demanda responsabilidad y compromiso. Ayudar en la evacuación de niños, apoyar a la maestra, mantener la calma del grupo y dar primeros auxilios son parte de su trabajo en una emergencia.
Chancusig resalta las charlas de gestión de riesgos, que recibió con sus profesores y con expertos. Ella aprendió a armar carpas, camillas con ropa, atender heridos leves, etc.
A estos conocimientos de sobrevivencia se suman las dinámicas para mantener la calma en el grupo asignado. Para Naveda, esto es lo esencial.
El joven es guía de patrulla y aprendió dinámicas como ‘gato y el ratón’ y el ‘florón’ para que sus compañeros no sientan nervios o miedo.
En esta institución, además, se destinó un grupo de vehículos para niños o docentes con discapacidad, explicó Arturo González, coordinador general de gestión de riesgos.
Según la Cartera de Estado se realizaron este año 49 602 simulacros. Mientras que el año pasado fueron 72 974. La mayoría fue por sismos y erupciones volcánicas. Le siguen inundaciones o incendios.
Los simulacros se hacen para reducir tiempos de salida de los chicos de las aulas al patio.
La entidad educativa nacional emitió en 2016 una guía para la enseñanza de gestión de riesgos para las instituciones. Tiene tres ejes: soporte socioemocional y actividades recreativas, apertura y desarrollo lúdico del currículo formal y currículo ajustado a la emergencia.
En otra institución del valle de Los Chillos, en el Colegio Educar, hay un plan similar al Dalcroze. Según Andrea Heredia, directora de inicial y básica elemental y media, el plan de emergencia está diseñado para varias eventualidades. La principal –asegura– es la erupción volcánica del Cotopaxi.
En este colegio, las brigadas se armaron con docentes, personal administrativo y chicos de los terceros de bachillerato.
Cada año se forman esas brigadas de emergencia y se actualiza sus conocimientos con expertos en riesgos.
Si los más de 330 estudiantes se quedan dentro de las instalaciones cuentan con varias facilidades hasta que los padres les retiren. Los niños están más seguros ahí que afuera, explicó la directora Heredia.
Por ello existe un pozo de agua para que los chicos puedan beber líquido limpio en caso de permanecer más días en el plantel y también víveres.
Incluso se armó un plan con los padres y madres, que viven o trabajan cerca del colegio, para que retiren a sus hijos y a otros compañeros.
Otro eje importante en los establecimientos es la realización de charlas y talleres. Entre 2014 y este año se han dictado 15 115 charlas a los estudiantes de los diferentes años, según la Cartera de Estado.
Este es uno de los fuertes de la Unidad Educativa Experimental Manuela Cañizares, en el norte de la capital. Allí la propuesta es educar a los jóvenes. Sus brigadistas son docentes y alumnos, quienes aprendieron a manejar grupos en caso de desastres.
Las brigadas de docentes tienen seis personas. Mientras que las estudiantiles tendrán 30 jóvenes de primero y segundo de bachillerato. En los próximos días se las conformarán.