Los rituales de purificación incluyen soplar bebidas sobre el cuerpo del ‘paciente’. Foto: Juan Carlos Pérez para EL COMERCIO
Durante los rituales y limpias, los chamanes de la etnia Tsáchila se ubican estratégicamente frente a una mesa que ellos llaman altar sagrado.
En ese espacio están objetos que ellos consideran mágicos como piedras, maderas, animales, obsidianas y brebajes.
De todos estos elementos, los últimos que son una composición de zumos, frutas y hierbas cumplen una función indispensable porque permiten aromatizar el entorno y preparar el escenario para la conexión con los dioses.
Esto lo cuenta Augusto Calazacón, un poné (chamán) de la etnia que lucha por mantener las costumbres tsáchilas.
Él explica que se preparan con productos que se encuentran en el bosque y que conservan en sus comunas.
Incluso los brebajes se utilizan para las sanaciones de dolencias de personas que creen que perdieron la esperanza de recuperarse de un mal.
Agustín Calazacón , otro experto de las tradiciones de esta nacionalidad, señala, por ejemplo, a la planta conocida como hiel del sol que se la conoce por tener propiedades para combatir la malaria.
Esta enfermedad se manifiesta con una dermatitis que en las personas aparece en el tórax, cuello y los hombros.
Señala que por años las utilizaron para sus sesiones de sanación, pero siempre basándose en sus conocimientos empíricos y por la información que les transmitieron sus antepasados.
No obstante, en el 2015 un grupo de estudiantes y docentes de la carrera de bioquímica y farmacia de la Universidad Regional de los Andes Uniandes Ambato realizó un estudio sobre las propiedades de esa y otras 50 plantas, que los tsáchilas convierten en pócimas y remedios para sus rituales.
En el estudio fitoquímico practicado a la planta hiel del sol se determinó la existencia de propiedades analgésicas y anestésicas.
Otra planta infaltable en las costumbres tsáchilas es la copal. El mismo estudio de los estudiantes de la Uniandes arrojó que la resina de este arbusto posee un alto contenido de quinonas, un compuesto químico de acción antibacteriana y antifúngica, para cicatrizar todo tipo de heridas.
Los expertos de las tradiciones de esta etnia preparan variados brebajes que incluso los exhiben en ferias para que sean conocidos por mestizos.
Dicen que son para combatir el estrés, las malas energías, la falta de sueño, el reumatismo…
Agustín Calazacón afina detalles para presentar una bebida energizante elaborada de la planta denominada pingu.
En las costumbres tsáchilas, los aborígenes la bebían en forma de té para recuperar la energía que perdían mientras labraban las fincas y recorrían los bosques en busca de alimentos. Él conserva estas plantas en su bosque denominado Uni-Shu.
Pero en las tradiciones de este grupo étnico además hay bebidas para alimentarse y que también son parte de los rituales chamánicos.
Se trata del malá o la chicha que resulta de la mezcla del jugo de caña dulce y la masa del maíz. A diferencia de las otras bebidas, esta tiene un significado de agradecimiento o cortesía no solo dentro de las costumbres tsáchilas sino con los mestizos que llegan a sus comunas por visitas o recorridos turísticos.
El representante de los ponés, Héctor Aguavil, indica que el malá es como el ‘champán’ de sus tradiciones y aunque sus creencias mandan a que se lo beba durante la fiesta Kasama, se hacen excepciones en momentos especiales. “Por ejemplo para brindar por el ascenso de un chamán”.