Con brazos de Popeye se juega la icónica pelota nacional

Sebastián Carvajal juega como sacador en el club La Carolina; así también se llama el parque donde se reúnen para activarse. Foto: Carlos Noriega / El Comercio

La primera vez que se jugó fue hace más de 500 años, en lo que hoy es la frontera entre Ecuador y Colombia. Los indígenas tomaron una bola pesada hecha de cuero, y comenzaron a lanzarla con la mano al otro lado de una cancha. Así nació la pelota nacional, un deporte considerado ‘made in Ecuador’ que se niega a desaparecer.

Para jugar pelota nacional se debe tener tremenda fuerza en los brazos y en las piernas. En este deporte –como dicen sus aficionados- se ejercita hasta el cerebro.

Se asemeja en algunos aspectos al tenis, pero se lo juega con una madera gruesa (parecida a una raqueta) que tiene pupos de caucho y se la conoce como tabla. Tan pesada que cuesta levantarla del piso.

Para tener una idea, este deporte se practica con seis tipos de tablas que pesan entre siete y 12 libras cada una. La bola alcanza casi las dos libras y los guantes (hechos de caucho de llanta) superan las 10. Es decir, para darle a la pelota con la raqueta se necesita impulsar más de 14 libras con una sola mano.

En el barrio la Mena 2 también se juega. Allí los participantes realizan apuestas significativas de dinero. Foto: Carlos Noriega / El Comercio
En el barrio la Mena 2 también se juega. Allí los participantes realizan apuestas significativas de dinero. Foto: Carlos Noriega / El Comercio

Por generaciones

Nelson Báez, de 82 años, es el presidente del Club de Pelota Nacional La Carolina, desde 1994. Este grupo incluye a 40 personas, el 90% carchense; se reúne sin falta los fines de semana y feriados en este espacio recreativo, detrás del Centro de Exposiciones Quito.

Don Nelson lleva en la sangre esta actividad porque creció viendo jugar a sus progenitores. Tiene el recuerdo de cuando tenía 6 años y veía jugar a su bisabuelo Abel Báez, luego a su abuelito Segundo y a su papá David. El amor por la pelota nacional pasó de generación en generación.

Él representa, orgullosamente, a la cuarta generación de peloteros. De niño, jugaba en la calle, frente a la Escuela Juan León Mera, en la parroquia García Moreno, en Carchi. A los 13 años ya era jugador profesional y fue tres veces campeón de los juegos nacionales.

A sus 48 años se instaló en la capital y empezó a juntarse con otros carchenses que gustaban de esta disciplina deportiva.

Fue la persona que gestionó para conseguir las canchas de pelota nacional en La Carolina. Cuando Rodrigo Paz -también carchense- fue alcalde, don Nelson hizo acercamientos y logró que entregue el espacio y la maquinaria para la construcción. Recuerda que él puso el material; al cambio actual, le costó unos USD 2 500.

Este es un deporte de hombres. No hay una sola mujer que lo practique. El más joven de los jugadores tiene 22 años y el mayor 92. Los más adultos solo van a divertirse y recordar buenos tiempos.

40 personas se reúnen los fines de semana y feriados en el parque La Carolina, en el norte de Quito, para practicar este tradicional deporte. Hacen un llamado a las nuevas generaciones para que esta actividad pueda conservarse. Foto: Carlos Noriega / El Comercio
40 personas se reúnen los fines de semana y feriados en el parque La Carolina, en el norte de Quito, para practicar este tradicional deporte. Hacen un llamado a las nuevas generaciones para que esta actividad pueda conservarse. Foto: Carlos Noriega / El Comercio

Para jugar se debe contar con dos equipos, cada uno con cinco jugadores, y un juez. Se ubican en una cancha de 100 metros de largo y con las tablas deben golpear una pelota para que rebote en el campo contrario, y que el contrincante no pueda devolverla.

Patricio Cuaspud, de 51 años, juega desde hace 35. De niño, era el pasabolas de su papá, en su natal Julio Andrade, Tulcán. Su padre le enseñó las reglas (que no son sencillas). Él y sus dos hermanos se aficionaron del deporte, aunque admite que las nuevas generaciones no le prestan mucho interés.

Por fortuna tiene un sobrino de 14 años que está siguiendo la tradición y aunque aún no juega, va a la cancha, analiza las jugadas y se divierte. La invitación está abierta a todos, en especial para los jóvenes.

Este no es un deporte barato: las tablas cuestan entre USD 80 y USD 200 y la pelota unos USD 40.

Manuel Guerrero tiene 73 años y es considerado el artesano de la pelota nacional. Es carpintero y en su taller fabrica las raquetas y guantes. Los pupos de las raquetas y de las pelotas los fabrica a partir de llantas viejas de camión. Él ha construido en su casa lo que él llama el Museo de la Pelota Nacional.

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