Este sistema de entrenamiento combina movimientos de las artes marciales con ejercicios funcionales. Pueden participar personas de todas las edades. Foto: Diego Pallero/EL COMERCIO
Desde Argentina para el Ecuador llegó el body fighting, un sistema de entrenamiento que ofrece múltiples beneficios. Los principales son: fortalece el sistema óseo, mejora la circulación, tonifica y aumenta la masa muscular; y elimina el estrés y otorga una sensación de bienestar.
Esto último ocurre tras la liberación de una hormona llamada serotonina o mejor conocida como la ‘hormona de la felicidad’, que se activa, sobre todo, con la práctica del ejercicio o con la ingesta de ciertos alimentos.
¿En qué consiste? El programa mezcla una serie de rutinas con ejercicios funcionales y movimientos derivados de las artes marciales como el muay thai, karate, kickboxing, contó Verónica Romero, instructora. La clase dura 55 minutos y en ese tiempo los participantes asumen el papel de ‘luchadores’, pues además de los movimientos, el entrenador les ‘exige’ gestos.
Los ejercicios funcionales mejoran o potencializan determinados movimientos que se realizan en el día a día, mientras que las patadas y puñetes –que se le otorgan a un rival ficticio- aumentan la fuerza y resistencia de los músculos de brazos y piernas.
Romero añade que con la práctica constante los participantes también mejoran la coordinación y flexibilidad; y reducen notablemente sus medidas, pues una sesión de body fighting quema entre 500 y 800 calorías. La oxidación de la grasa corporal durante la clase, aclara la instructora, depende de la intensidad con la que se realizan los movimientos.
En la lista de ejercicios funcionales están las sentadillas, flexiones de pecho, burpees, abdominales, entre otros. Las sentadillas, por ejemplo, trabajan el cuádriceps y femoral, músculos encargados de proteger las rodillas, según el fisioterapista Luis Rojas. Ese fortalecimiento reduce el riesgo de sufrir fracturas, sobre todo, en el adulto mayor y en personas con sobrepeso.
La incorporación de esos movimientos, precisamente, difiere al body fighting de otros sistemas de entrenamiento marciales como el samurái fit.
Por sus múltiples beneficios y porque trabaja todos los músculos del cuerpo, Romero sugiere asistir a esta clase entre dos y tres veces a la semana. Para ganar fuerza, en cambio, los especialistas aconsejan entrenar con guantes. La razón es que estos accesorios tienen un peso que oscila entre los 250 y 500 gramos.
Antes de iniciar la práctica los participantes cumplen con una sesión de calentamiento para reducir el riesgo de lesiones. Después, se entrenan al ritmo de la música cuidando la técnica.
El programa es inclusivo: admite a alumnos de diversas edades y condición física, pues los movimientos son supervisados por una persona capacitada. La ausencia de un especialista podría aumentar el riesgo de sufrir lesiones. Los temas y movimientos varían, tras las actualizaciones del programa.