Carlos Torres (camiseta negra) participó en una ceremonia ancestral que se realizó en Manta. Foto: Cortesía carlos torres
El sol, la tierra, el viento y el agua serán los testigos de su matrimonio si se decide por una ceremonia ancestral para prometer amor eterno a su futuro esposo o esposa.
Hoy, ese ritual se ha convertido en una opción para aquellas personas que buscan una conexión con el mundo andino y con el universo, sin que signifique dejar de lado las ceremonias de otras iglesias.
Las bodas ancestrales se realizan en lugares sagrados y en fechas especiales: luna llena, solsticio, equinoccio…, es decir, en aquellas que están en comunión con la parte cósmica, según Carlos Torres, practicante de la medicina complementaria y quien constantemente participa en ese tipo de ceremonias.
Él trabaja junto con Nicolás Pauccar, un sabio sacerdote kichwa y Ñaupany Puma, descendiente del pueblo inca.
Pauccar y Puma son los encargados de dirigir las ceremonias. Ellos llevan los nombres de maestros, chamanes o pakos, y que en la visión occidental representarían a un cura católico o a un pastor.
Aunque las bodas ancestrales se realizan en fechas especiales, los novios pueden seleccionar el día y el mes para casarse. Eso sí, respetando el lugar sagrado. Por lo general, las ceremonias que cuentan con la guía de Pauccar y Ñaupany se realizan en Cuenca, la Amazonía o Manta, pero si la pareja no puede desplazarse a esos lugares, los chamanes buscan un sitio donde confluyan las energías.
El 14 de febrero, por ejemplo, es un día que no se celebra en el mundo andino, sin embargo, las personas pueden elegirlo para casarse porque ellos le han dado un sentido especial. Un viernes 13 también podría ser un buen día. “Y serviría para romper con la idea de que es un día que trae mala suerte”, argumenta Torres.
Durante la ceremonia los novios ofrecen un reconocimiento o tributo a los cuatro seres antes mencionados para que les permitan participar en el ritual, tomándose a sí mismos como el quinto ser.
A ese acto se lo conoce como despacho. Torres cuenta que un tributo, por ejemplo, consiste en colocar pétalos de rosas blancas (representan la masculinidad), otros de flores rojas (feminidad) y una serie de semillas. “La ofrenda se envía por intermedio de la Madre Tierra (Pacha Mama) para que con el Sol (Taita Inti) bendigan la unión”.
Según Torres, las bendiciones pueden darse en los ámbitos laboral y familiar. En la ceremonia los novios también rompen un cordel para liberarse de cosas que les sucedieron en el pasado, a nivel de pareja, o con sus padres y abuelos.
Dependiendo de los dueños de la fiesta, se puede contratar un ‘paquete’, que incluye comida, música, ceremonia de bienvenida, arreglos florales, recuerdos, entre otros.