La poesía pop de Bob Dylan gana y descoloca a los puristas

El músico estadounidense será premiado con el Nobel de Literatura el próximo 10 de diciembre en Estocolmo

En el 2015, fue la periodista ucraniana Svetlana Aleksiévich. Este año, el ganador del Premio Nobel de Literatura es el músico estadounidense Bob Dylan. El mensaje está claro: la literatura existe de muchas formas. No solo se lee sino que también se actúa, se piensa y, claro, se canta y se escucha.
Este reconocimiento que acaba de recibir Dylan, un ícono de la música popular de EE.UU., rompe con la sacralidad del mundo de la literatura. Difumina los bordes que hay entre los géneros literarios y abre el debate sobre qué es lo que más engancha a la gente: la ficción o la realidad.
En su cuenta de Facebook, la promotora de lectura Adelaida Jaramillo escribió que con este reconocimiento se baja a la literatura de su pedestal para compartirla con todos. “Los literatos nos somos dueños de nada, menos de la verdad”.
El escritor Luis Borja agrega que la obra de Bob Dylan no es menor que la de otra persona que haya ganado el Premio Nobel. “Creo que uno de sus legados es el compromiso con el trabajo que tiene a la hora de componer sus canciones”.
¿Qué es lo que sedujo a los miembros de la Academia sueca para dar el Nobel a Dylan? El argumento oficial es que “creó nuevas expresiones poéticas dentro de la gran tradición de la canción estadounidense”.
Lo que dicen sus fans es más simple. Dylan habla de la calle, de historias con las que muchos se identifican. Todo empezó en 1962 con la grabación de ‘Bob Dylan’ su primer disco.
Para ese momento, Dylan ya se había nutrido de la literatura de la generación Beat. Entre sus lecturas de cabecera estaban libros de autores como Jack Kerouac, William Burroughs, Neal Cassady y Allen Ginsbersg, su preferido.
Bob Stanley, en la ‘Historia del pop moderno’, subraya que la obra de Dylan es como una biblioteca de pasillos estrechos y sinuosos, y profundas estanterías de roble que atraen a quien se asoma. “Lo más extraordinario de Dylan, y de suyo un logro monumental, es que ayudó a su país a descifrarse a sí mismo”.
En EE.UU., Dylan es mito y hombre salmón. Su carrera musical se ha caracterizado por ir contracorriente. El soul y el folk son parte de su impronta, desde los años en los que empezó, en Greenwich Village, el barrio bohemio de Manhattan. Una de las pruebas de su transgresión fue ‘Like a Rolling Stone’, un single de más de 6 minutos de duración.
Allen Zimmerman, el nombre real de Dylan, también ganó el Pulitzer (2008) y el Príncipe de Asturias (2007). Desde el 2013 es Miembro Honorífico de la Academia Estadounidense de las Artes y las Letras. Su lírica, aunque les pese a los puristas, ya ha pasado por varios bautismos de fuego.