En el 2016, la Biblioteca Nacional cerró para la realización de Hábitat III. Foto: Archivo/ EL COMERCIO.
El año de las bibliotecas. Así llamó Raúl Pérez Torres, ministro de Cultura y Patrimonio, al 2019. Lo hizo durante el discurso que dio en la inauguración de la Biblioteca de las Artes, en Guayaquil. En este contexto, uno de los proyectos emblemáticos de esta cartera de Estado será la consolidación institucional de la Biblioteca Nacional del Ecuador.
Una de las prioridades, según contó a este Diario Gabriel Cisneros, viceministro de Cultura y Patrimonio, será conseguir un nuevo espacio para la Biblioteca Nacional. Con este anuncio, este repositorio de la memoria podría salir del Edificio de los Espejos de la Casa de la Cultura Ecuatoriana (CCE), en Quito, donde funciona desde hace 74 años.
María Augusta Vargas, directora encargada de la Biblioteca Nacional, explica que actualmente se barajan cuatro posibilidades: que la biblioteca pase a un edificio emblemático que esté en funcionamiento y que no tenga que ser intervenido; que se entreguen los recursos para que la biblioteca arriende un nuevo edificio; la asignación de recursos para intervenir una edificación patrimonial; o la construcción de un edificio para la biblioteca.
Estas opciones serán presentadas al presidente Lenín Moreno en una reunión que tendrá con Pérez Torres en los próximos días. La idea -dice Vargas- es que el proyecto sea considerado como emblemático por la Presidencia.
Eduardo Puente, miembro de la Asociación Nacional de Bibliotecarios, sostiene que desde hace muchos años existe la necesidad de que la Biblioteca Nacional tenga un espacio propio como sucede en la mayoría de países de la región. “Lo mejor sería que se construya un nuevo edificio porque eso garantizaría que haya los ambientes adecuados para tener un depósito de libros correctamente climatizado”.
Con esta visión concuerda Carlos Paladines, exdirector de la Biblioteca Nacional. Desde su experiencia sostiene que previo a cualquier tipo de cambio de sede de la biblioteca, hay que tener claro que las colecciones de libros necesitan de unas condiciones específicas.
Existen ciertos elementos que demuestran que el lugar donde funciona este repositorio de la memoria no fue pensado para albergar una Biblioteca Nacional. Por ejemplo, en el espacio donde se guarda el Fondo Jesuita, que incluye ocho libros incunables escritos antes del siglo XV, no hay climatización técnica adecuada para que no se dañen las páginas de los textos.
Otro de los aspectos que ayudará a consolidar la institucionalidad de la biblioteca es que desde noviembre se convirtió en una Entidad Operativa Desconcentrada (EOD). Esto significa que la biblioteca tiene una autonomía administrativa y financiera. Las EOD son entidades que reciben su propio presupuesto, hacen su planificación operativa y con delegación ministerial pueden suscribir convenios.
En el caso de que la opción elegida por Moreno sea la de construir un nuevo edificio para que funcione la Biblioteca Nacional, el presupuesto estimado para su construcción sería de USD 20 millones y contaría con una extensión de 10 000 metros, según datos de la dirección encargada.