El Mono y la Mama Danza son los personajes que acompañan al danzante en la fiesta. Foto: Modesto Moreta / El Comercio
El danzante del barrio San Jacinto La Playa volvió a aparecer en la fiesta del Inti Raymi o Corpus Christi en Ambato. Su presencia se dio tras dos años de trabajo en investigación con los taitas y mamas de la comunidad localizada al norte de la capital de Tungurahua.
Durante 30 años, este personaje estuvo desaparecido y los habitantes de la zona decidieron recuperarlo con su vestimenta original y el baile ancestral. Segundo Ichina, dirigente de San Jacinto, es el prioste mayor. Cuenta que es parte del proyecto de fortalecimiento de esta celebración ancestral que involucra a niños, jóvenes y adultos de la comunidad.
“Decidimos averiguar a nuestros padres, abuelos y ancianos del pueblo y logramos revivir al danzante. Ellos fueron antiguos bailarines y nos ayudaron a organizar nuevamente las fiestas del Inti Raymi o Corpus Christi que tenía una tradición de más de 150 años”, cuenta Ichina.
Otros personajes que lograron encontrar fueron a la Mama Danza, el Mono y el Diablo Huma. Ellos acompañaban en todas las fiestas del pueblo o a donde eran invitados. La vestimenta está tejida en totora o estera y tela con bordados hechos por las mujeres.
El atuendo también se compone por el cabezal con plumas de avestruz y decorado con monedas, espejos y oropeles. “Fue un largo proceso de dos años y es la primera vez que participamos en la fiesta del Corpus. Esta es la herencia que perdura en nuestro pueblo”, dice Ichina.
Antiguamente, la vestimenta de los habitantes de este poblado era el poncho rojo y el sombrero negro, en los varones, y en las mujeres polleras de color verde, rojo, negro y chalina de colores que también está en recuperación.
Uno de los bailarines es José Moposita. Se mueve al ritmo del bombo y el pingullo que interpreta Luis Guayta, uno de los tamboreros de Calgua Chico, de la parroquia Augusto Martínez. Su abuelo le enseñó a entonar estos instrumentos andinos cuando tenía 15 años.
Moposita cuenta que su padre era danzante y aprendió cada uno de sus movimientos. El danzante representa a un sacerdote hacedor de la lluvia y que con su baile agradece la abundancia de los frutos a la Pacha Mama (Madre Tierra). “Mi padre me contó que la fiesta era grande en el pueblo y que cada año la realizaban, pero poco a poco se perdió y ahora la retomamos”, cuenta.
Su hijo Geovanny, de 28 años, es otro de los danzantes. Manifiesta que desde niño aprendió a bailar acompañando a su progenitor. Para este joven, vestir de danzante es su pasión porque se transmite de generación en generación.
Colocó los cascabeles en sus pies y bailó al ritmo del bombo y el pingullo por las calles de Ambato. Su esposa, quien lo acompaña, es una de las mama danzas.