Azuay un humedal, bajo protección

Por la humedad existente en este sector crecen musgos, huicundos y líquenes que están en los árboles y en las rocas.

Por la humedad existente en este sector crecen musgos, huicundos y líquenes que están en los árboles y en las rocas.

Por la humedad existente en este sector crecen musgos, huicundos y líquenes que están en los árboles y en las rocas.

Un extenso pajonal cubre el bosque de La Sombredera, que, por lo general, está cubierto de neblina. Los aguarongos, polylepis, chuquiraguas y las formaciones rocosas cubiertas de musgos son parte de este paisaje del cantón azuayo de San Fernando.

A esta reserva de 2 050 hectáreas, que es protegida por 35 familias, se llega tras un viaje de 90 minutos por la vía Girón-San Fernando-San Gerardo. En letrero “Bienvenidos a la comuna Chumblín-Sombrederas: guardianes de la flora y la fauna” identifica el ingreso.

El entorno asombra. De lado y lado se divisan las montañas y el pajonal. Allí empieza la caminata en ascenso de tres horas por senderos apenas definidos, atravesando valles, lagunas y escorrentías de agua con pequeñas cascadas.

Este territorio forjó su historia a partir de 1980, cuando -en el gobierno de Jaime Roldós y tras gestiones- las familias consiguieron la escritura pública y asumieron el compromiso de proteger la propiedad.

300 hectáreas de la parte baja son aprovechadas como pastizal para el ganado, 1 000 hectáreas son parte de los programas Socio Bosque y Socio Páramo y se mantienen intocables. Lo mismo ocurre con las 165 que están dentro del Área de Recreación Quimsacocha.

En el resto de la superficie está asentado el pueblo con sus huertos agrícolas. Según su vicepresidente, Lauro Espinoza, las familias se involucraron con instituciones públicas y privadas para desarrollar programas de conservación y de fomento productivo.

Con el Departamento de Recursos Hídricos de la Universidad de Cuenca realizan investigación y monitoreo hídricos desde el 2009. En abril pasado renovaron el convenio y lo extendieron para capacitar a los comuneros sobre el manejo de suelo del páramo.

En los talleres aprenden a identificar mejor las fuentes de contaminación. Por ejemplo, cómo proteger la vegetación de las orillas de los ríos y los humedales para mantener un equilibrio ambiental, dijo Wilmer Espinoza, socio y habitante de La Sombredera.

Desde el 2012 y por 20 años recibirán USD 19 000 al año del programa Socio Bosque del Ministerio de Ambiente. Ese dinero se utiliza para pagar las rondas de dos socios por semana, quienes vigilan que no ingresen ganado ni personas extrañas a causar destrucción. Es una zona de recarga hídrica, donde nace el agua que utilizan más de 30 poblados para riego y consumo.

En la parte alta nacen ríos como el Tomebamba, Tarqui, Yanuncay, Irquis, Zhurucay, Rircay y Girón. Para proteger la zona, la comuna tiene otro convenio con la minera canadiense INV Metals concesionaria del proyecto minero ­Loma Larga, que colinda con La Sombredera.

De ellos reciben asesoramiento técnico para el manejo del páramo de la parte alta y de los pastizales para el ganado. También han realizado reforestación, mejoramiento de vías y del sistema de agua.

“Hacemos mingas periódicas para revisar las cercas y recoger cualquier desperdicio, y estamos capacitados para intervenir en caso de incendios forestales, dijo Romelia Chunir, una de las socias.

Es una zona que no ha registrado quemas y eso se nota al ascender a las cumbres -sobre los 3 900 metros- donde el frío aumenta. En la Mama Sombrerera, una formación rocosa en forma de sombrero, el aroma a frailejones invade el aire y despierta sensaciones.

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