Azuay: Chordeleg cuida un bosque nativo

El sector de Tres Lagunas es el principal atractivo de esta reserva natural. Fotos: Xavier Caivinagua para EL COMERCIO

El sector de Tres Lagunas es el principal atractivo de esta reserva natural. Fotos: Xavier Caivinagua para EL COMERCIO

El sector de Tres Lagunas es el principal atractivo de esta reserva natural. Fotos: Xavier Caivinagua para EL COMERCIO

Hace más de 25 años, el cuidado del ambiente unió a 48 familias de la comuna 12 de Junio. Ellos son guardianes de un bosque de 600 hectáreas en la parroquia Principal, en el cantón azuayo de Chordeleg.

A esta reserva se llega tras un viaje de 20 minutos en vehículo desde la cabecera cantonal. El segundo tramo de dos horas -hasta Tres Lagunas- se hace a pie. Se atraviesa por senderos definidos, donde existe abundante vegetación.

Estas familias recibieron como herencia este territorio, así como mitos y leyendas sobre los ríos, lagunas, quebradas y montañas de la zona. Estas últimas tienen nombres kichwas como Chachacoma, Azhapud, Huabes y Huagrashpanba.

Ángel Cambisaca es el presidente de la comuna y guarda el expediente de creación de vida jurídica en 1992. Según él, la comunidad impidió en 1960 que los habitantes de San Sebastián de Sígsig se adueñen de estos territorios para prácticas como agricultura y ganadería.

En la reserva hay quebradas que llevan a ríos que alimentan a los sistemas de agua potable y riego de Chordeleg. Los comuneros cuidan los senderos.

“Nuestros padres rodearon las montañas vistiendo uniforme militar y pintados el rostro, lo que generó susto. Así retrocedieron y abandonaron sus pretensiones”, cuenta Segundo Peláez, quien es parte de la comuna 12 de Junio.

Dentro de los acuerdos firmados, los miembros de la comuna fijaron una franja de la zona baja para usarla como pastizal y alimentar el ganado. Las partes media y alta quedaron como reserva de bosque y de agua con fines de conservación, señala Cambisaca.

Todos respetan esos acuerdos, ratifican Cecilia Cambisaca y Elvia Shingre, quienes heredaron una parte de estos territorios. “Con la conservación se garantiza un ambiente sano para nuestros hijos”.

Ellas coinciden en que la permanencia del bosque favorece a las lluvias, el abastecimiento de agua, conservación de suelos, la biodiversidad, mantenimiento de las prácticas ancestrales y mitigación en contra del cambio climático.

El bosque nativo alberga árboles de polylepis, sarar, cedro, duco, mollones, entre otras variedades. También hay orquídeas, huicundos, lianas, musgo y otro tipo de plantas rastreras.

Mientras se avanza, entre los peñascos aparecen escorrentías de agua, que más abajo forman las quebradas que alimentan a las lagunas y riachuelos como el Chorro Blanco, Guiara y Fasayñán.

En la reserva crecen plantas con propiedades medicinales como la congona, guayusa valeriana, chuquiragua y covilán.

En ese entorno viven animales como los osos de anteojos, pumas, tapir, venados, zorros… También más de 200 especies de aves y predomina el incesante sonido de las loras. “Se vive en ambiente sano y muy rico”, dice Ángel Cambisaca. Él recuerda con preocupación que hace cinco años se registró un incendio forestal en la parte media, que destruyó más de 3 hectáreas de vegetación.

En esa ocasión, los miembros de la comunidad intervinieron para controlar el fuego y evitaron una pérdida mayor del entorno natural. Con el tiempo, esa zona fue reforestada con plantas nativas que crecen con el cuidado de estos comuneros azuayos.

La mayor motivación de los habitantes es la conservación del agua. En la zona central de la reserva están las míticas Tres Lagunas. Es un espacio considerado sagrado por los ancestros, quienes las utilizaban para baños ceremoniales.

El cerro Fasayñán rodea los tres espejos de agua. Entre la montaña aparece una cascada. Sus aguas llegan sobre la primera laguna, que tiene aguas cristalinas.

Desde allí, el líquido desciende por una especie de grada natural para depositarse en la segunda laguna. Junto a esta última está la tercera. “Es una formación natural que atrae a los visitantes. Las lagunas se ubican en forma descendente, formando un paisaje de gran belleza natural”, dice Peláez.

Según él, sus antepasados contaban que en estos espejos de agua se encontró oro. Por esa razón, a Chordeleg se le vincula con ese mineral y, posteriormente, el cantón adquirió la fama de ser un centro artesanal de la joyería.

Peláez cuenta que chamanes llegaban a este lugar para realizar limpias, utilizando plantas medicinales de la zona. “Esa actividad fue controlada y se impidió su ingreso con controles y patrullajes periódicos en este territorio”, finaliza.

Las familias de la parroquia Principal viven de la agricultura, ganadería y paja toquilla.

La temperatura media es 10 grados en invierno y 20 en verano. Hay lloviznas frecuentes.

En la parroquia Principal viven 1 300 habitantes y en 12 de Junio, 48 familias.

Los indígenas de ­esta parroquia azuaya se identifican con la etnia Kichwa.

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