El artista feliz que recrea personajes de un drama patrimonio de la humanidad

Denis Bravo  siempre anda feliz y su vida gira alrededor de un arraigado drama nicaragüense de 'El Güegüense' que en 2005 la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (Unesco) lo declaró Patrimonio Oral e Inmaterial de

Denis Bravo siempre anda feliz y su vida gira alrededor de un arraigado drama nicaragüense de 'El Güegüense' que en 2005 la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (Unesco) lo declaró Patrimonio Oral e Inmaterial de

Denis Bravo siempre anda feliz y su vida gira alrededor de un arraigado drama nicaragüense de 'El Güegüense' que en 2005 la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (Unesco) lo declaró Patrimonio Oral e Inmaterial de la Humanidad. Foto: EFE.

Se llama Denis Bravo, pero su apellido miente, siempre anda feliz y su vida gira alrededor de un arraigado drama nicaragüense, que en 2005 la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (Unesco) lo declaró Patrimonio Oral e Inmaterial de la Humanidad: El Güegüense.

Bravo, un antiguo militar que dibujaba cañones de guerra para evitar los combates, se presenta a sí mismo como el único artista que recrea los personajes de El Güegüense en collage, con un resultado particular.

Y no sólo es el único en su técnica, además la ha patentado, de modo que nadie podrá arrebatarle la idea ni copiar su arte.

En su pequeño taller en Managua, que parece sacado de una obra de Picasso, Bravo puede pasar semanas repujando máscaras, elaborando coloridos trajes coloniales, convirtiendo cuerdas en cabello, pintando piernas danzantes, y dando color a las caretas, manos y accesorios repujados, para crear sus cuadros, conocidos como 'güegüenses'.

Como resultado los personajes del El Güegüense resaltan del cuadro con sus máscaras y vestimentas, entre movimientos danzantes, que no son fáciles de ignorar. "Para enmarcarlos necesitas una vitrina", dice el creador, entre orgulloso y feliz.

Bravo no se resiste a explicar que El Güegüense tiene varios personajes, y que él suele recrear al Gobernador Tastuanes con su máscara de español, el Macho Ratón con careta de equino, y el Güegüense con el rostro mestizo.
Cuando muestra sus güegüenses, Bravo sonríe y sus ojos claros brillan, como si las obras fueran unas hijas mimadas.

La sonrisa, sin embargo, no es por el éxito de haberlas culminado, sino por su existencia misma, emerge desde antes de su concepción, y no se apaga ni siquiera cuando las entrega, aunque sepa que no volverá a verlas.

"Son mis cancilleres", dice con orgullo, mientras intenta recordar los países donde sabe que una de sus creaciones cuelga de alguna pared: Estados Unidos, Francia, Cuba, Costa Rica, entre otros.

La felicidad con que lo cuenta hace olvidar que en realidad El Güegüense es un drama satírico desarrollado por los nicaragüenses en tiempos de la colonia, contra los conquistadores, para sobrellevar la vida en un duro proceso de cambios culturales y religiosos, una expresión que se mantiene, y que aflora en tiempos de crisis, como los que vive Nicaragua por estos días.

Bravo, un graduado de la Escuela de Bellas Artes de Nicaragua, lo sabe, y con toda felicidad relata que decidió dedicarse a El Güegüense desde hace más de 20 años, cuando hombres con vestimentas coloniales interpretaban el drama a través de un baile en las calles de Diriamba, en el litoral Pacífico del país.

Su arte, aunque exclusivo, no se ha traducido en prodigiosos beneficios económicos.

Sonriendo entre las paredes de plástico negro de su taller, ubicado al fondo de la casa de su mamá, Bravo afirma que hay meses "en que agarro mucha plata", pero completa sus ingresos con trabajos alternativos.

El artista actualmente es repartidor de gaseosas, pero también gana elaborando maquetas para estudiantes y es restaurador de cuadros o esculturas.

Un óleo detrás de una caja de pinturas y la pequeña estatua de Lázaro, que lo espera con sus muletas carcomidas y un perro a la par, no lo dejan mentir.
Bravo se pierde explicando El Güegüense , pero su felicidad permanente de pronto opaca todo el drama.

¿Por qué tanta felicidad? "Porque tengo salud, mis hijas tienen salud, mi familia, con eso me basta", dice Bravo, el artista feliz.

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