El nuevo arte chino post-Ai Weiwei tiene más madurez y menos fama

La Art Beijing 2015 se celebró entre el 1 y el 3 de mayo. Es la feria más antigua de arte contemporáneo en China. Foto: AFP.

La Art Beijing 2015 se celebró entre el 1 y el 3 de mayo. Es la feria más antigua de arte contemporáneo en China. Foto: AFP.

La Art Beijing 2015 se celebró entre el 1 y el 3 de mayo. Es la feria más antigua de arte contemporáneo en China. Foto: AFP.

Tras la gran burbuja del arte que vivió Pekín en la década pasada -al calor de la internacionalización de esta ciudad con las Olimpiadas de 2008- y después del "terremoto" Ai Weiwei, los creadores chinos viven hoy entre la calma y la nostalgia por el pasado, pero con mayor madurez y quizá mejor calidad.

Es la conclusión que se extrae al hablar con artistas y galeristas tras un paseo por la feria Art Beijing 2015, la mayor y más antigua feria de arte contemporáneo de China (pese a tener solo 11 años), que este año mostró del 1 al 3 de mayo obras de más de 150 galerías de dentro y fuera del país, incluidas dos españolas.

Ya no hay caricaturas de Mao para divertir a los extranjeros, ni "radicales" rupturas con la tradición oriental; se acabaron las trampas, y lo que muestra Art Beijing es en su mayoría sincero, técnicamente impecable y digno.

"No diré que todos, ni la mayoría, pero he visto estands con obra realmente considerable. Una de las cosas importantes de China es que los artistas son muy buenos, y que la enseñanza de arte es muy buena", comenta a EFE el artista Perico Pastor, que expuso varias de sus obras en el estand de la barcelonesa Sala Parés.

Si hace diez años la feria se conformaba con ocupar los salones de convenciones subterráneos de un hotel pequinés (aunque entonces, irónicamente, estaba más de moda), ahora se reparte en cuatro grandes pabellones en la zona más cara de la ciudad y se rodea del glamour de otras ferias más famosas en Europa o América.

"Ahora es como ARCO, el mecanismo es igual: las niñas que van supearregladas, las señoras ricas con cara aburrida, los artistas con cara intensa, los despistados, los palizas..." comenta Pastor con ironía.

Pese a ese trajín, la sensación en Art Beijing es la de que China ya no es más el "gran mercado del futuro" que se vendía en los años previos a 2008, cuando muchos artistas de todo el mundo abrieron sus estudios en Pekín, enamorados de la ebullición que se vivía en la ciudad y también de los bajos precios de los estudios.

Llegaron las Olimpiadas, los alquileres subieron, los artistas españoles, franceses, alemanes, latinoamericanos, se fueron marchando, pero el arte chino siguió en los medios gracias a fenómenos como Ai Weiwei, cuyo activismo político (que le valió la persecución del régimen) ayudó a mantener la burbuja.

En 2011, el mismo año en que Ai estuvo tres meses detenido e incomunicado por la Policía, China se convirtió en el mayor mercado de arte del mundo, pero en 2012 las ventas se desplomaron casi un 25%, y desde entonces ha regresado a la segunda posición, por detrás de EE.UU.

Es aún, en todo caso, un mercado en expansión, donde "hay muchísima gente con muchísimo dinero y con ello grandes posibilidades de venta" destaca para EFE el galerista Benjamín Carracedo, de la también barcelonesa Aragón 232.

"Ahora es un arte más racional y más sano que antes", opina la tibetana Nina Nimalamu, de la galería china Hive, quien subraya que "ahora el negocio se hace con gente que realmente aprecia el arte, no solo aquellos que buscan invertir".

"Hubo artistas que intentaron consagrarse en Occidente de forma radical, como Ai Weiwei, ligando su obra a la política, pero ahora llegan artistas que buscan unir de forma más equilibrada lo occidental y lo oriental", señala la experta de Hive.

El precio a pagar por ello quizá ha sido un Art Bejng mucho más local y menos internacional que el de los primeros años, aunque para expertos como la taiwanesa Emily Chao, directora de Eslite, es una buena señal.

"En las primeras ediciones el fundador, Dong Mengyang, puso todos sus esfuerzos en una feria global, pero entonces había demasiada diferencia de calidad entre las galerías extranjeras y las chinas, que se sentían de segunda clase", explicó a EFE.

"Finalmente se dio cuenta de que hay que centrarse en el mercado local", subrayó la galerista. La antes mencionada Hive es un buen ejemplo de esa "desglobalización": nació con el nombre de Galería Iberia y buscaba unir el arte chino con el español, pero los problemas con la Justicia de uno de sus fundadores (el empresario Gao Ping, investigado por fraude fiscal en España) la obligaron a replegarse. ¿Una buena feria china con algo de arte extranjero de acompañamiento, o un escaparate global en el que los cuadros chinos se vendan baratos a los turistas?

Ha sido estos años el gran dilema de Art Beijing, que para algunos visitantes de fuera quizá se ha "pasado de frenada" en su proteccionismo. "Un país como este, con lo rico que es, el potencial que tiene, y su gran clientela, no puede permitirse no tener dos o tres ferias de aire internacional que funcionen a toda máquina", argumenta Ferran Josa i Monegal, director adjunto de Sala Parés. Carracedo quita hierro al asunto: "Todas las ferias, salvo Art Basel o el TETAF de Maastricht, son locales".

Suplementos digitales