El tiempo y la muerte, por Thomas Rowlandson, 1816. Foto: wellcomecollection.org
A pesar de su complejidad, la muerte posee una simbología artística que cambia constantemente, como sucede a niveles sociales y políticos, para inmortalizar el instante en el que se desvanece la vida.
Así, en el siglo XVIII, tenemos una de las obras destacadas para verificar la influencia que puede tener una partida: La muerte de Marat. El lienzo de Jacques-Louis David muestra ese instante en el que la muerte de Marat deja de ser un asesinato para convertirse en una fuente de inspiración que busca manetener vivo el proceso revolucionario.
En el siglo XIX, la forma de pintar a la muerte cambia nuevamente. Esta ya no requiere inmortalizar al sujeto para hablar de su partida. En ese momento se apoya de un rico simbolismo, como es el caso de Arnold Böcklin y su obra La isla de los muertos.
La danza de la muerte: el doctor, por Daniel Chodowiecki, 1791. Foto: wellcomecollection.org
En la pieza de Böcklin no es necesaria la presencia del difunto. En un mar casi ennegrecido, el espectador puede ver cómo esa persona en el barco se dirige hacia su descanso.
La muerte de Marat, por Jacques-Louis David, 1793. Foto: Wikicommons
El arte sobre la muerte en el siglo XX se enrumbó, en cambio, a nuevos formatos y conceptos. En esa etapa, este motivo encuentra una forma de representación a través de figuras que aluden a la muerte, como en el caso de Picasso y su litografía Le pichet noir et la tête de mort. En esta pieza, la calavera y el color negro son los elementos estrictamente necesarios para transmitir la intención del artista.
La isla de los muertos, por Arnold Böcklin, 1880. Foto: Wikicommons
Le pichet noir et la tête de mort, por Pablo Picasso, 1946. Foto: National Gallery of Australia
En el presente siglo la influencia de la fotografía y las ideas de artistas como Damien Hirst y su calavera con diamantes, abren nuevas formas de inmortalizar a la muerte. La fotógrafa rusa Maria Ionova-Gribina tomó animales que halló muertos en las vías y los pone sobre fondos florales llenos de color, casi como altares para su despedida. La muerte ya no gira sobre el ser humano sino sobre el todo.
Natura Morta, por María Ionova-Gribina, 2010-2013. Foto: María Ionova-Gribina