Uno de los eventos de la quinta edición de Al Sur del Sur, su público mayoritario suelen ser niños de barrios del sur quiteño. Foto Cortesía
En los próximos días las instituciones educativas iniciarán, nuevamente, sus jornadas de estudio. En los últimos tres años, la educación formal en Ecuador ha atravesado cambios por la revisión de mallas curriculares.
Sin embargo, temas como la educación artística y sus prácticas pedagógicas no han ocupado gran parte de la agenda de aquellas modificaciones educativas en el país.
No obstante, como vías alternativas, programas independientes y corporaciones artísticas fijan sus objetivos en la difusión e investigación de la educación artística. Por ejemplo, el festival Al Sur del Sur ha trabajado en el tema desde hace seis años. En cambio, el programa Arteducarte ya tiene 14 años recorriendo el país con talleres para docentes y, en el 2013, junto a la Organización de Estados Iberoamericanos, organizó el I Encuentro de Educación Artística y Buenas Prácticas.
En este año, Al Sur del Sur, de la corporación artística Salacalle, llega a su sexta edición. El festival se iniciará el 5 de septiembre en las canchas del barrio Santa Rita, en el sur de Quito. Tres son los ejes de sus iniciativas: talleres de artes escénicas para comunidades, seminarios especializados y encuentros teóricos.
Entre sus seminarios consta ‘La didáctica de la educación artística’, a cargo de la artista y pedagoga artística Clara Bucheli. En sus conferencias se propone abordar lo que considera una “filosofía de la enseñanza, donde los lenguajes del arte sean las herramientas para la creación metodológica en la enseñanza-aprendizaje”.
Bucheli, quien ha trabajado en escuelas y colegios de Quito y ha dado talleres en Chile, Uruguay, Bolivia y otros países, dice conocer de cerca la reticencia a incorporar la educación artística en la educación formal. Según la pedagoga, esto se debe porque “a los docentes los forman de un modo metódico y estandarizado, demasiado estructurado”.
En cambio para María Consuelo Tohme, especialista en historia del arte y directora de Arteducarte, “los docentes están sobresaturados de actividades y obligaciones administrativas que cortan los tiempos para estas exploraciones y para su capacitación”.
Tohme menciona que la didáctica de la educación artística “facilita el aprendizaje porque lo hace más lúdico y amigable, promoviendo la creatividad y el pensamiento crítico”.
En los varios recorridos del programa Arteducarte, Tohme ha identificado varias falencias de los docentes sobre el tema. Señala que “existe la idea de que el arte es algo lejano y que se refiere al manejo de técnicas, manualidades o de poseer materiales caros. Cuando las nuevas prácticas promueven propuestas participativas”.
Otro de los fuertes de esta pedagogía es la atención sobre las llamadas ‘deficiencias escolares’. Al involucrar a los alumnos participando activamente de sus estudios, se evalúa su estado. De este modo no se generaliza el nivel de un curso sino que se puede “personalizar sus prioridades según preferencias y carencias”, lo dice el español Joan Roca i Albert, urbanista de formación, que ha trabajado en el ámbito de la educación y de la historia urbana.
Tohme añade que no se puede olvidar “la falta de políticas públicas y la capacitación de personas en estas áreas”. Sin embargo, según las apreciaciones de Bucheli y Tohme, no todo es negativo. Puesto que se ha sentido el creciente interés de algunos profesores “que comienzan a comprender la importancia de las artes en la educación”, dice Tohme.
Mientras que Clara Bucheli apunta que, poco a poco, más pedagogos asisten a las ofertas del festival en que participa. Además, señala que el uso de las artes en la enseñanza formal, de cualquier materia, vincula a docente y alumno de otros modos. A su criterio, la propuesta es que los estudiantes aprendan potenciando los afectos, tomando en cuenta “la experiencia del vivir, sentir y crear”.