Las armas nucleares bombardean la memoria colectiva con miedo

Hongo de humo tras la explosión de la bomba atómica de Nagasaki en agosto de 1945.

Hongo de humo tras la explosión de la bomba atómica de Nagasaki en agosto de 1945.

Hongo de humo tras la explosión de la bomba atómica de Nagasaki en agosto de 1945. Foto: Wikicommons

En los últimos 70 años, la humanidad ha desarrollado una nueva forma de terror jamás antes imaginada: las armas nucleares. En la panorámica de la memoria colectiva contemporánea, la imagen de un hongo de fuego destruyendo todo a su paso no podrá ser borrada de estas y las futuras generaciones.

Con el anuncio de un supuestamente exitoso test nuclear de una bomba de hidrógeno fabricada por el régimen norcoreano —cuyo líder Kim Jong - un se ha caracterizado por sus reiteradas amenazas bélicas—, en esta semana los usuarios de redes sociales como Facebook y Twitter han demostrado un profundo temor por revivir aquella segunda semana de agosto de 1945, cuando dos bombas atómicas cayeron sobre territorio japonés.

La revolución tecnológica del siglo XX fue el detonante para el perfeccionamiento de armas nucleares capaces de aniquilar toda presencia biológica en cuestión de segundos. La radiación, que alguna vez fue considerada como la promesa para "hacer de todo el mundo un sonriente Jardín del Edén" (como cura del cáncer, por ejemplo), se convirtió la clave para despertar un miedo insospechado en la población civil.

Miedo que fue plausible en momentos como cuando el expresidente estadounidense Ronald Reagan dijo, a manera de un chiste introductorio antes de un discurso transmitido por radio en agosto de 1984, "we begin bombing in five minutes" (empezamos a bombardear en cinco minutos). Seis palabras que desataron el pánico mundial, que puso en alerta máxima a los países del Pacífico asiático y que llevó a que la exUnión Soviética movilizara su material bélico.

El potencial que guarda este material ha relacionado ideológicamente a las bombas atómicas con desastres de gran magnitud. En abril del 2014, cuando se impactó el meteorito Cheliábinsk en territorio ruso, científicos y medios de comunicación comparaban la fuerza liberada con la de 30 bombas atómicas. Una medida que ha sido utilizada en otros casos como la erupción de 1883 del volcán Krakatoa, que para ser explicada didácticamente se la compara con la detonación de 7 000 bombas de Hiroshima.

Comparaciones como estas refuerzan aquel imaginario en el que las armas nucleares es sinónimo del fin de la existencia de la humanidad. Y como tales, las nuevas pruebas norcoreanas han avivado los miedos de los usuarios de las redes sociales, quienes califican a estos test como locura o vaticinio de una tercera guerra mundial.

Muchos ven a Kim Jong-un como el personaje principal de 'Seven Days to Noon', el filme británico de 1950 que muestra a un científico que escapa de unas instalaciones donde se fabrican bombas atómicas y que amenaza a su gobierno con estallar una unidad en Londres si no detiene su programa nuclear.

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