El artista Juan Sebastián Aguirre, junto al mural ‘La cosecha de la Princesa Toa’, obra que está afuera de la sede de Somos. Foto: Galo Paguay / El Comercio
Los equecos son pequeños amuletos en forma de figura humana populares en el mundo andino. Hace unos meses, ‘Apitatán’ (Juan Sebastián Aguirre) pintó uno que carga entre su cuello y brazos un racimo de plátanos, una guitarra, una cámara fotográfica, una quena y un manojo de dinero.
‘Abundancia’, nombre que dio a este dibujo, cuelga desde la semana pasada arriba del altar que armó en uno de los espacios de ‘Huasipichay’, su primera exposición individual, que estará abierta hasta mediados de julio en Somos, ubicado en el norte de Quito.
Este dibujo y ‘El grito’, un acrílico sobre lata de aerosol -uno de los objetos que forman parte de su altar-, son una muestra de su nueva exploración pictórica orientada a reflexionar sobre la identidad personal y nacional a través del mundo cotidiano y su cruce con el mundo ancestral.
En la exhibición hay 36 obras entre pinturas, dibujos, bocetos y murales elaborados con un mezcla de técnicas y soportes, donde abundan los autorretratos, una de las improntas del trabajo que ha venido acumulando, desde el 2011, en cientos de paredes del país y Latinoamérica.
Ahí está, por ejemplo, ‘El tercer ojo’, un autorretrato pintado en un disquete -un artilugio de los noventa que servía para guardar información de una computadora- colocado sobre un caballete diminuto. “En esta pieza, que es parte de una trilogía -dice-, quise darle una nueva vida a un objeto que en estos tiempos ya es obsoleto, para pensar sobre la complejidad de la mente”.
‘Somos Uno’ es un mural, de gran formato, en el que representó a las cuatro regiones naturales del país. Foto: Galo Paguay / El Comercio
En las antípodas de estas obras están piezas como ‘Somos Uno’, un mural de gran formato donde muestra la riqueza cultural del país en sus distintas regiones y en la que aparecen personajes entrañables como Papá Roncón; o ‘La cosecha de princesa Toa’ donde pintó la imagen de este personaje ancestral, un mural que también puede ser visto con un aplicación de realidad aumentada.
En esta exposición no solo explora con los formatos sino con el lenguaje escrito. Como es habitual en su trabajo, en varias de estas piezas hay frases que evocan dichos y refranes de la cultura popular.
En ‘Trapos al sol’, una instalación donde pintó un hombre desnudo colgando su calzoncillo en el tendedero, se lee la frase ‘de cuanduen cuanduay quesa calos trapos al sol’.
Para esta muestra también decidió mostrar su gusto por el coleccionismo. A través de un pequeño gabinete de curiosidades, se pueden apreciar los dibujos que están en varios de sus boceteros, así como lápices, borradores y pinturas de colores que dan cuenta del minucioso proceso que hay detrás de cada una de las pinturas, que desde hace ocho años han ido trastocando el paisaje urbano de la ciudad y del país.
Con ‘Huasipichay’, Aguirre también demuestra que su pasión por pintar va más allá de los formatos y los espacios en donde trabaje o exhiba sus obras. Lo que sí cambia con esta muestra es que para el espectador cada obra puede pasar de lo efímero de la pared de una calle a lo duradero de un cuadro, y pude ser adquirida y coleccionada.