Antes de que el ‘pito’ baje de tono, porque la indignación moral de la opinión pública es tan intensa como efímera, vuelvo sobre el desafortunado comentario de Wendy Vera en ‘Ecuador Tiene Talento 3’, ese del pavo autista. Claro que no ha sido la única frase que ha llamado la atención en dicho show: “¿Cuántas mujeres te has comido?”, también le preguntaban -para euforia de sus fans e indignación de los correctos- a Jonathan Estrada.
Son palabras magistrales para evidenciar la mediocridad de los ‘realities’ de talento y la sed de celebridad que se impone en los días que corren, días de espectáculo, virtualidad y otros simulacros. Por una parte responden al protagonismo irreflexivo de ese ‘Talento de TV’, cantado por Willie Colón; y, por otra, al morbo sobre quien figura en pantalla despojado de intimidad. Y, sobre eso, la explotación del hashtag o el adelanto de la próxima rabieta entre los jueces. El participante, él es lo de menos, es carne de cañón, es pretexto para soltar la lengua.
Antes pedía ‘un jurado para el jurado’. Ya no. Las personas que fungen de jueces están ahí para asumir el papel que la producción defina, para representarse como maléficas, como fashion, como buenas o como locos. Todo dentro de una estrategia ‘panem et circenses’ y otras argucias similares de embobamiento.
Allí, incluso las disculpas públicas son montaje para alimentar la sintonía. De qué sirve reconocer el error cuando todo ese andamiaje se soporta sobre la polémica y la farándula, sobre la humillación y el descrédito al otro; de qué sirve si con sarcasmo se dice que“su derecho a opinar es tan válido como el mío a ignorarlo”.
Que no se diga que se intenta encontrar talento, se trata de apelar a la emoción más lastimera, a la carcajada más burda, porque eso quieren sus audiencias apetentes de placer culposo, bajo la figura de ‘entretenimiento’.
Usted está en su derecho de consumir frivolidad, de querer ser visible, de añorar ser tendencia; pero ¿halla sentido en lo que ve, escucha o lee?