Los objetos religiosos fueron encontrados en una vieja hacienda de los jesuitas. La mayoría está en buen estado.FOTOS: GLENDA GIACOMETTI / EL COMERCIO
El 99% de los objetos que está a la vista en el Hotel La Roka, de Ambato, se vende. La vieja casona, que tiene cerca de 105 años de vida, alberga siete habitaciones, dos restaurantes y una cafetería.
La piedra, el bahareque y el techo de teja están matizados con construcciones de arquitectura moderna. Su fachada se remonta a los tiempos cuando se tallaban las piedras para resaltar su color gris.
Tiene ventanas con arcos de medio punto y columnas del mismo material .
La colección de antigüedades es una de las características del lugar.
Su dueña, Lorena Andrade, explica que muchos de los objetos que se exhiben fueron encontrados en viejas haciendas o los compró a anticuarios del país.
El edificio, de dos plantas, es parte de la cadena de hoteles Boutique Cialcotel, una empresa nacional que reúne a un grupo de negocios de similares características.
Andrade y su hija,
Daniela Álvarez, fueron las diseñadoras del escenario Ellas dirigieron la obra de restauración para transformarlo en un lugar de tranquilidad y con ambientes propicios para recargar energías.
El objetivo del diseño es, añade Andrade, transmitir un ambiente familiar y que los clientes conozcan la tipología de la arquitectura caracterizada por las columnas y muros de piedra y zócalos.
En la rehabilitación, además, se implementó un sistema para el drenaje del agua de lluvia y una cubierta metálica con planchas de policarbonato.
El sitio está matizado por la combinación de la madera -considerada como un material noble, térmico y decorativo- y la piedra tallada, que rescata el diseño de 1900 y resalta similitudes arquitectónicas con las casas antiguas.
El arquitecto Jaime Castillo cuenta que la decoración va acorde con el gris de la piedra sin tratar. “En La Roka se rescatan diversos aspectos culturales que se hallan en los rincones acogedores”.
Cada habitación tiene una decoración diferente.
“Eso impacta a los turistas que llegan de todas partes del mundo”, explica Daniela Álvarez. En todos los recodos resaltan los colores andinos, pero el gris sobresale, especialmente en las fachadas.