La Antártida, un laboratorio para el estudio del cambio climático en el mundo

Dos científicos chinos tomando fotos a bordo del buque de la Armada chilena Aquiles, durante su travesía por las Islas Shetland del Sur, Antártida. Foto: EFE

Dos científicos chinos tomando fotos a bordo del buque de la Armada chilena Aquiles, durante su travesía por las Islas Shetland del Sur, Antártida. Foto: EFE

Dos científicos chinos tomando fotos a bordo del buque de la Armada chilena Aquiles, durante su travesía por las Islas Shetland del Sur, Antártida. Foto: EFE

La Antártida se ha convertido en un laboratorio para investigar el cambio climático debido a las consecuencias que ha provocado el calentamiento global en algunas zonas del continente y a su función como regulador del clima del planeta.

Los efectos del cambio climático son evidentes en la península antártica y las islas Shetland del Sur, la parte más septentrional del "continente blanco".

"En el último siglo, el planeta se ha calentado unos 0,74 grados Celsius. En la península antártica, en solo 60 años ha aumentado casi 3 grados", señala Ricardo Jaña, experto en Glaciología y cambio climático del Instituto Antártico Chileno (INACH).

Este organismo, que depende del Ministerio de Relaciones Exteriores de Chile, ha sido el encargado de organizar la edición 51 de la Expedición Antártica Chilena, que concluirá el próximo marzo después de varios meses de investigaciones sobre el terreno.

Buena parte de los proyectos científicos de la expedición están vinculados al cambio climático. Los expertos quieren medir su impacto en los glaciares, la flora y la fauna de la Antártida, y predecir sus consecuencias en los próximos años.

"Si se quiere tratar de prevenir las consecuencias del calentamiento global en un ecosistema, uno de los mejores lugares para investigar es donde éste crece más rápido, como esta zona de la Antártida", explica a Efe el británico Pete Convey, ecólogo del British Antarctic Survey.

El español Marc Oliva, doctor en Geografía e investigador de la Universidad de Lisboa, se encuentra en la isla Livingstone, concretamente en la península Byers, para tomar muestras de sedimentos en los lagos del sector.

Su objetivo es descifrar la evolución del clima durante los últimos 6 000 años y analizar si en el pasado se produjeron variaciones de la temperatura similares o si este fenómeno es relativamente nuevo.

"Hay estudios que apuntan que no se han dado condiciones parecidas de incremento y otros que indican que sí, que las temperaturas hace  .000 años eran más elevadas", explica Oliva a Efe.

El aumento de las temperaturas en la Antártida tiene repercusión a distintos niveles, desde el deshielo de los glaciares al riesgo para la supervivencia de especies vitales para el ecosistema antártico.

"El calentamiento global en la península antártica he tenido un impacto sobre las plataformas de hielo que flotan sobre el mar y su destrucción, contribuyendo al aumento del nivel medio del mar", señala Jaña, del INACH.

Según este científico, se trata de un proceso lento pero que a largo plazo podría generar graves consecuencias dado que cerca del 70 % de la población mundial vive en zonas costeras.

"Es importante poder medir y predecir la velocidad de este cambio y si esto tiene en el corto y mediano plazo algún impacto en la economía y las comunidades que viven en zonas de costa", añade Jaña.

Otro punto importante, poco conocido fuera de la comunidad científica, es el papel que juega la Antártida en el clima de distintos rincones del planeta y su incidencia en desastres naturales como huracanes y terremotos.

"Nos interesa saber lo que pasa aquí porque es el punto de reunión de los tres principales océanos de la tierra. En la Antártida colisionan el Atlántico, el Pacífico y el Índico; se crea una corriente circunantártica que aisla climáticamente la Antártida del resto de la tierra", subraya Marc Oliva, de la Universidad de Lisboa.

Ricardo Jaña apoya esta teoría y pone el acento en las consecuencias que puede tener la unión del agua dulce de los glaciares con el agua salada del mar.

"Una gota de agua desde la Antártida toma unos diez años en circular por los sistemas de corrientes que tiene el planeta. El agua dulce afecta a la salinidad, que es el motor que hace mover estas corrientes, y eso provoca que los canales se ralenticen, lo que afecta la termorregulación del planeta a gran escala", explica.

El británico Pete Convey, uno de los principales expertos mundiales en cambio climático, sugiere otro factor que convierte la península antártica en un escenario ideal para la investigación del calentamiento global.

En su opinión, la Antártida es un ecosistema relativamente simple en el que se encuentran todos los elementos de un sistema natural.

"Se cree que tiene pocas plantas y animales, pero en realidad tiene todos los elementos de un ecosistema normal: hay especies y organismos productores, consumidores, predadores y parásitos", señala.

Convey sostiene que si se consigue desentrañar los efectos del cambio climático en un ecosistema sencillo como el antártico, resulta más factible hacer lo mismo en sistemas mucho más complejos, como la selva amazónica.

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