El demonólogo Ed Warren y su esposa- la medium y parapsicóloga- Lorraine. Foto: Flavorwire
Annabelle ‘vive’ en Monroe, un pueblo de aproximadamente 20 000 habitantes, en el estado de Connecticut. La muñeca de inocente apariencia permanece en una urna de madera y cristal en un cobertizo de 46 metros cuadrados de la casa de la familia Warren.
Junto a Annabelle- en repisas y mesas- reposan también un espejo ‘poseído’ utilizado para convocar a espíritus, piedras de tumbas de niños que funcionaron alguna vez como altares satánicos y un órgano que suena solo.
La famosa muñeca, que sirvió de inspiración para la película que lleva su nombre, es parte del Museo de Ocultismo, único en su tipo, creado por la pareja Warren. Ed y Lorraine son quizás los investigadores de actividades paranormales más importantes del mundo.
Juntos fundaron en 1952 la Sociedad de Investigación Psíquica de Nueva Inglaterra (en inglés la New England Society for Psychic Research) y se dice que han intervenido en cerca de 3 000 casos que implicaron sucesos sobrenaturales.
Ed era demonólogo y el único laico autorizado por la Iglesia Católica para realizar exorcismos. Se dedicaba además, a pintar cuadros, que luego vendía. En la mayoría de sus obras retrataba casas embrujadas y extraños seres tenebrosos.
Algunas pinturas todavía cuelgan de las paredes de su casa.
Lorraine- de 87 años de edad- es médium, clarividente profesional y parapsicóloga. La mujer cree- según dijo en una entrevista a la periodista Jane Mulkerrins de The Telegraph– que sus habilidades físicas son “un regalo de Dios” y que su creencia en la existencia criaturas diabólicas y posesiones está muy atada a su fe católica. En la actualidad aun colabora en algunos casos.
Ambos estuvieron ligados a hechos sobrenaturales desde la infancia. Lorraine tenía 12 años y asistía a una escuela católica privada para niñas, cuando empezó a ver “luces alrededor de las personas”.
Ed y Lorraine Warren en el Museo de Ocultismo, levantado en un cobertizo junto a su casa, junto a la muñeca Annabelle. Foto: Talos/Pinterest
Mientras que Ed tuvo dos experiencias extrañas, cuando tenía seis o siete años, que marcaron su afición por la investigación de lo fantasmagórico. En una ocasión en la que su padre, que era policía y acostumbraba a trabajar en las noches, los dejó a él y a su hermana solos escuchó pasos y un bastón que se apoyaba en el piso característicos de su abuelo muerto.
Asimismo, Warren contó en varias entrevistas que después del primer suceso, a las tres de la madrugada cuando toda la familia dormía, las puertas de su armario se abrían de ahí ‘emanaban’ luces flotantes y circulares con rostros que lo miraban. Uno de ellos era el de una anciana enojada. Cuando esto ocurría la temperatura en la habitación bajaba y oía susurros por todas partes.
Cuando creció y aunque su padre le decía que tales sucesos debían tener explicaciones racionales, a Ed siempre le quedó la duda y al crecer sin entender lo que le había presenciado dedicó su vida adulta a encontrar explicaciones.
Sus vidas se cruzaron en 1942. Ed trabajaba en un cine al que Lorraine asistía, a menudo los días miércoles, junto a su madre. Un día se animó a hablarle y dio por empezado el romance. Un año después Warren tuvo que partir al unirse a la marina durante la Segunda Guerra Mundial. Los jóvenes enamorados se casaron a los 17 años.
Al regresar de la guerra-ileso- decidió que quería dedicarse al ámbito artístico y curiosamente optó por pintar (retratar) casas. Le atraía especialmente pintar ‘casas embrujadas’. Transcurrían los últimos años de la década de los 40 y la pareja subsistía viajando de pueblo en pueblo vendiendo los cuadros de Ed. Así consta en un artículo del diario argentino Página 12.
De esta manera Warren empezó a interesarse en “cada caso de casa embrujada que se le cruzaba por el camino”. Así, de a poco, junto a Lorraine fue forjando su camino y su carrera en el mundo de la parapsicología. Poco después de su arribo nació la única hija de la pareja, Judy.
El caso que disparó su carrera y los catapultó como célebres ‘cazafantasmas’ fue el de la academia militar de West Point. En 1972 cuatro cadetes, que compartían la habitación 4714, reportaron ciertas anormalidades: apariciones, fantasmas que se materializaban en medio del suelo y caídas repentinas de temperatura en el cuarto.
Los esposos Warren fueron llamados para investigar los fenómenos y después de que su presencia en la academia se dio a conocer, más casos llegaron a sus manos. Viajaron alrededor del mundo siguiendo las pistas de distintos lugares encantados y dando charlas.
Inspeccionaron la Abadía de Whitby, Stonehenge y la Rectoría de Borley, en Essex, que tiene la reputación de ser la ‘casa más encantada de Inglaterra’. La pareja no cobraba por sus servicios y obtenía ingresos únicamente de la venta de los cuadros de Ed y de las conferencias que dictaban.
Además de la investigación de la academia de West Point, otros dos casos destacan en la larga lista de fenómenos paranormales que los esposos han examinado. Uno de ellos es ampliamente conocido, por la cobertura mediática que se le dio y por las películas que ha inspirado.
George y Kathy Lutz recurrieron a los famosos ‘cazafantastmas’ alegando que en su casa, ubicada en el condado de Amityville, ocurrían extraños y terroríficos sucesos: voces de dudosa procedencia, olores raros, ruidos, apariciones, levitaciones y drásticos cambios de temperatura.
En esa ocasión, la pareja de investigadores paranormales acudió con camarógrafos y reporteros del canal Channel 5 de Nueva York. En dicha residencia, antes de que en ella vivieran los Lutz, Ronald DeFeo asesinó a los seis miembros de su familia con un rifle.
Aunque se habla de que el Horror de Amityville es en realidad una farsa ideada por los Lutz para ganar dinero, Lorraine asegura haber sentido presencias malignas en dicho lugar. Como ‘recuerdo’ de su paso por la casa maldita los Warren difundieron una fotografía de un supuesto ‘niño demoniaco’ captada en la residencia.
Otro caso célebre es el que fue adaptado al cine en 2013 por James Wan: ‘El Conjuro’. La película, que según Lorraine se apega bastante a los acontecimientos sucedidos, cuenta la historia de los que les sucedió a los siete integrantes de la familia Perron cuando se mudaron a una casa en Harrisvielle en Rhode Island.
Imagen de un supuesto niño demoníaco tomada por los Warren durante su investigación en la casa de Amityville.
Dicha casa estaba, aparentemente encantada por una bruja que vivió allí a inicios del siglo 19 y que maldijo esa tierra para que quien quiera que la habitara posteriormente muriera. Lorraine además de aparecer en un cameo del filme fue consultora de los productores.
Los Warren son también autores de numerosas publicaciones y libros en los que registran sus indagaciones paranormales. De igual manera, son responsables de entrenar a algunos investigadores paranormales y demonólogos, como Dave Considine, Lou Gentile y John Zaffis (su sobrino).
En la actualidad Lorraine sigue administrando el museo, que aparte de ser el hogar de la espeluznante Annabelle y de muchos otros recuerdos de experiencias sobrenaturales recopilados por décadas, es el lugar con mayor concentración de presencia demoniaca del mundo (según sus dueños).
Por esta razón está terminantemente prohibido tocar los objetos allí exhibidos y entrar en dicho habitación después de la caída del sol.
Ed Warren murió en 2006, el 23 de agosto. Cinco años antes de su deceso se levantó a las dos de la madrugada para abrirle la puerta al gato, en ese momento sufrió accidente cerebrovascular y permaneció en coma por 11 semanas. Así consta en un obituario publicado en el diario The Sun de Nueva York.
Al despertar Ed perdió el habla y no volvió a dirigir palabra alguna. Falleció a los 71 años en su casa en Monroe. Lorraine estuvo a su lado todo el tiempo