La Fundación Orquesta Sinfónica Juvenil del Ecuador cumple 25 años de trabajo cultivando músicos. Ha recibido dos reconocimientos internacionales por parte de la Unesco. Foto: Archivo/ EL COMERCIO
Myriam Huacanés llegó a la Fundación Orquesta Sinfónica Juvenil del Ecuador (Fosje) en 2001. Tenía 16 años y conocimientos básicos sobre cómo tocar el violonchelo. Con la ayuda de sus maestros y mucha disciplina pulió su técnica. El camino como docente lo inició en el programa para niños más pequeños, ahora es la profesora de Cello de la institución.
Como Huacanés, más de seis mil niños y jóvenes se han formado en las aulas de la Fosje, desde 1995. Ese año, el maestro Patricio Aizaga emprendió junto a grupo de miembros fundadores uno de los primeros proyectos en el país, en el que la música fue utilizada como herramienta de inclusión social y crecimiento personal.
El trabajo formativo de la Fosje tiene la impronta del maestro venezolano José Antonio Abreu. Aizaga, en estos cinco lustros, ha sido testigo de cómo la música académica ha cambiado la vida de miles de niños y jóvenes.
“El trabajo de la institución -dice- se ha desarrollado con base en una educación fundamentada en valores, como el trabajo en equipo, la mejora de la autoestima, el sentido de pertenencia, la disciplina y un objetivo común”.
Con esos valores se ha formado Saulo Cuesta, concertino de la Orquesta Sinfónica Juvenil. Al igual que le sucedió a Huacanés, ha comenzado a dar clases a los niños más pequeños, mientras concluye su proceso de formación.
Cuesta entró a ser parte de la Fosje en 2010. Tenía 7 años y un gusto por la música clásica que lo ha convertido en el primer violín de la Orquesta Sinfónica Juvenil. Su sueño es obtener una licenciatura en Artes Musicales y viajar a Rusia o Alemania para comenzar una carrera como solista.
Antes de la pandemia, Cuesta acudía todas las tardes a la sede de la Fosje, ubicada en el sector de Iñaquito, al norte de Quito. Ahí se cruzaba con decenas de niños y jóvenes que iban apresurados a sus clases.
Actualmente, gracias al apoyo de dos empresas privadas y de tres personas naturales, él y sus compañeros han podido seguir con clases virtuales.
Aizaga explica que, desde 2012, la Fosje dejó de recibir apoyo del Estado. Añade que entre el 2014 y 2018 contaron con el apoyo del Municipio de Quito, pero que hoy no tienen ningún tipo de asistencia.
Pese a las limitaciones económicas, el proceso formativo regular se ha mantenido. Actualmente cuenta con la Orquesta de Papel, niños de 5 a 7 años; la Orquesta de Iniciación, niños de 6 a 9 años; la Orquesta Infantil, niños de 7 a 14 años; y la Orquesta Sinfónica Juvenil, de 12 a 20 años.
Desde el 2014, la Fosje incorporó a su trabajo el programa de Educación Especial, con agrupaciones inclusivas diseñadas para niños, jóvenes y adultos con síndrome de down, asperger, falta de audición, distrofia muscular y dificultades de aprendizaje.
La Fosje se ha presentado en los principales escenarios de Europa y su trabajo ha sido reconocido con dos premios de la Unesco, un Premio a la Excelencia Educativa por la Fundación para el Desarrollo de América Latina y condecoraciones de la Casa de la Cultura, la Asamblea Nacional y el Municipio de Quito. Uno de sus últimos retos ha sido trazar un puente entre la música académica y la música pop, a través de galas como Beatles Sinfónico y Queen Sinfónico.