Nicanor disfrazado del Capitán América, uno de sus superhéroes favoritos. Foto: Captura de pantalla
Si Súperman, Spiderman o el Capitán América existieran, de seguro habrían asistido a despedir a Nicanor, un pequeño niño de cuatro años, al que toda una ciudad le dio el último adiós con globos rojos – sus favoritos – y con los honores de un superhéroe tras su muerte.
Esta historia sucedió en Concepción del Uruguay, una pequeña población en el norte de Argentina. En este poblado vivía Nicanor, un pequeño de cuatro años que era muy querido y conocido en su comunidad.
Un día, mientras jugaba, le pidió a su papá que le cargue para poder dormir. Danilo Tabarez, padre del menor, hizo caso al pedido del pequeño y lo acostó en su hombro. Minutos después el niño comenzó a convulsionar, su progenitor llamó a una ambulancia y tuvo que ser trasladado al hospital, según detalló el propio Danilo en un reportaje del portal Infobae.
Fue llevado a un hospital local y luego de 30 o 40 minutos, los padres lograron que el corazón de Nicanor vuelva a latir, había sufrido varios paros cardíacos. Aunque el músculo volvió a funcionar, lo hacía de manera deficiente por lo que el niño tuvo que ser traslado a una Unidad de Cuidados Intensivos (UCI), de un hospital más grande.
Nicanor sufría del síndrome del QT Largo, un trastorno del ritmo cardíaco que puede provocar latidos intermitentes, largos o rápidos. A pesar de los esfuerzos de los doctores, el pequeño sufrió un nuevo paro cardíaco y murió.
Fue en ese momento cuando Nicanor comenzó a convertirse en un ‘superhéroe’.
Tras su muerte, los padres del pequeño tuvieron que decidir si donar o no sus órganos. Eran las ocho de la noche cuando los progenitores decidieron aceptar la donación, “como un acto de amor”, comentaron en una entrevista con medios locales.
“No te dicen a quiénes fueron los órganos, pero sabemos que el hígado y los riñones iban para chicos que estaban en alerta roja en el Garrahan (Hospital de la capital de Argentina). Ese mismo jueves salieron para Buenos Aires”, amplió Danilo Tabarez.
Con el enorme dolor por la pérdida de su hijo, pero con la satisfacción de haber mejorado la vida de otros niños e inclusive haber salvado vidas, regresaron a su pueblo natal.
Por la pandemia del covid-19 el pequeño no pudo ser velado. Pero sus padres decidieron organizar un evento para despedir a su niño. Como si se tratara de la despedida de un superhéroe, una caravana de más de dos kilómetros de autos que lentamente lo acompañaron en su último recorrido.
Todos llevaban globos rojos, que eran los favoritos de Nicanor, y así despidieron al ‘ángel donador’, un niño que mostró que los héroes de carne y hueso sí existen.