La andoteca de La Coruña que fue clausurada ahora puertas adentro. Foto: Ana María Carvajal/ EL COMERCIO.
La andoteca de la Coruña y Toledo solo estuvo dos semanas activa en la librería Oso Lector. Su dueña, Carolina Bastidas, decidió retirarla luego de recibir una visita del personal de la Agencia Metropolitana de Control que le sugirió hacerlo para evitar sanciones.
Su andoteca era una caja de madera, con una puerta mixta entre el mismo material y vidrio y estaba dentro de un cilindro de alrededor de 40 centímetros. Estaba pegada en la pared del local y disponible las 24 horas para que la gente pudiera depositar libros o tomarlos.
La idea, según María Fernanda Riofrío, una de las promotoras de las andotecas, es que la gente done sus libros y tome otros, los lea y los regrese a cualquiera de los 20 espacios como este que están distribuidos en la ciudad.
Por ahora, la andoteca del Oso Lector estará disponible mientras el local esté abierto, de 10:00 a 18:30. Los libros están sobre el cilindro en un rincón del lugar donde, en su mayoría, se ofrecen libros para niños y jóvenes.
Bastidas cuenta que a pesar de haber seguido la recomendación y haber retirado la andoteca para consultar qué trámite debía realizar para obtener un permiso para su instalación, recibió una notificación de que debía pagar USD 100 en 72 horas, por supuesto mal uso del espacio público.
Recibieron un documento en el que se dice que “para que el instructor de trámite a la contestación del presunto infractor, éste deberá depositar el monto correspondiente a la sanción pecuniaria en garantía del resultado del procedimiento”.
La Agencia Metropolitana de Control explicó que mantuvo este miércoles 31 de enero del 2018 una reunión con las representantes de las andotecas y les explicaron que la entrega de USD 100 es una garantía “que seguramente se reembolsará al verificar que se ha adecuado la conducta tal como dice la normativa”.
Además, la entidad señaló que al momento no se ha dictado ninguna sanción ni se ha prohibido que funcionen las andotecas, “solo se solicitó retirar el mobiliario que estaba en el espacio público a fin de preservar el buen uso del mismo, en atención a una denuncia de varios vecinos del sector quienes, entre otras cosas, argumentaban que el dispositivo era un obstáculo para las personas con discapacidad visual, por ejemplo”.
Sin embargo, Riofrío señala que a pocos pasos de la andoteca está una estructura metálica en la que antes debió estar empotrado un basurero público que obstaculiza el paso para todos los transeúntes y no se ha retirado.
Les sorprende el pedido de retirarla, porque el proyecto de andotecas se inició en el 2015 con un dinero semilla que sus mentores consiguieron a través de un plan de fondos concursables del Ministerio de Cultura.
Cinco de las 20 andotecass que hay en la ciudad fueron una donación de la fundación Friederich Ebert Stiftung Ecuador FES-ILDIS y una de ellas está en el parque Gabriela Mistral, en el sector de La Mariscal.
Otras andotecas están en el Centro de Arte Contemporáneo, que pertenece al Municipio, en Biblio Recreo, en el museo de la Universidad Central, en Guápulo, en Nayón, en el parque de La Concepción, entre otros.
Hasta el momento, solo hablando de grandes donaciones entre la Flacso y FES-ILDIS han rotado unos 7 000 libros. No se puede contabilizar completamente las donaciones personales porque, según las promotoras, es posible que alguien deje su libro en la noche y lo recoja otra persona a primeras horas de la mañana. Es decir, que no queda un registro.
Bastidas y Riofrío esperan una respuesta del Municipio para conocer cómo y en qué entidad se puede tramitar un permiso para reinstalar esta andoteca y para colocar más en otros sectores de la ciudad, con el fin de promover la lectura.