Esteban Barahona es estudiante universitario de 22 años. Todos los días viaja en Ecovía para ir a la universidad. Foto: Archivo/ El Comercio
A las 06:30 es complicado movilizarse en la ciudad de Quito. El tránsito colapsa con la cantidad de personas que pugnan por llegar a su trabajo o centro de estudios. En los buses, también repletos, algunos jóvenes van dormidos, otros leyendo, comiendo o incluso, sin saberlo, enamorándose.
Esteban Barahona es estudiante universitario de 22 años. Todos los días viaja en Ecovía para ir a la universidad. Por más que madrugue nunca consigue ir sentado ya que siempre cuando ve a una señora con niños o de la tercera edad le cede su asiento.
A veces, cuando quiere estudiar antes de un examen, lo hace parado justo en el centro del bus en donde se une los dos vagones. Pero ese 19 de noviembre de 2013 su rutina se alteró. Mientras viajaba en el bus por más de una hora le llamó la atención una joven que vio a lo lejos.
De cabello negro y corto, tez blanca, ojos negros y de estatura pequeña, la muchacha trataba de esquivar a las personas que querían salir en cada una de las paradas. Entre empujones logró llegar hasta donde estaba Esteban. Se cruzaron varias miradas hasta que llegó la hora de bajarse. Él se quedó pensando en ella.
Al siguiente día, volvió a encontrarla en las mismas circunstancias y no varió la situación por más de dos meses. “Nunca me atreví a preguntarle cuál es su nombre, tenía miedo al rechazo”, dice Barahona.
Entonces, la joven tomó la iniciativa y se acercó para preguntarle su nombre. Sin rodeos le respondió, al tiempo que la invitó a dialogar. Desde ese momento Esteban y Lorena Cárdenas se hicieron amigos. Nunca se dieron cuenta de que los dos estudiaban en la misma universidad, aunque carreras diferentes. Él auditoría y ella psicología. Después de dos meses de conocerse decidieron formar una relación.
Han vuelto a recordar su historia a propósito del Día de San Valentín que se aprestan a celebrar, este 14 de febrero del 2015. No dejarán de visitar la Ecovía y recorrer sus paradas para llegar a uno de sus lugares preferidos; el Parque Metropolitano. Ahí compartirán una comida. Una tradición que se ha vuelto parte de sus fechas especiales.