El Zoológico de Quito en Guayllabamba recibe animales rescatados y los rehabilita. Cortesía Zoológico de Quito en Guayllabamba
Los 37 zoológicos que están registrados en el país albergan a más de 6 500 animales que están sufriendo los efectos de la presencia del covid-19. Al menos 27 de estos centros, entre privados y mixtos, dependen del cobro de entradas para alimentar, curar y cuidar a estas especies. Desde que se inició el estado de emergencia, estos sitios perdieron su principal fuente de ingresos.
Aunque las visitas están suspendidas, los zoológicos deben buscar formas de mantener a sus animales y recibir a las víctimas de tráfico, caza y tenencia ilegal que siguen llegando diariamente hasta estos centros en el país.
Rocío Santamaría, propietaria del zoológico El Arca, cuenta que la situación es “crítica” para los centros que están en la Amazonía, ya que al estar alejados de las principales ciudades del país, es más difícil que lleguen donaciones.
Este centro de manejo, ubicado en Tena, es el hogar de más de 300 animales que ya sufren los efectos de la emergencia. Los leones están más agresivos y los jaguares, que antes rugían y se estiraban cuando llegaba su comida, ahora solo esperan inmóviles.
Santamaría dice que ha tenido que reducir las porciones para que alcance para todos. Tenía un plan de contingencia para tres semanas, pero las reservas ya se están terminando. Lo que más le preocupa es la situación de los carnívoros porque no hay comercios en la zona que le den la carne necesaria.
“Estamos desesperados”, dice Santamaría, quien creó este zoológico en el 2005 con la idea de proteger a la fauna del comercio ilegal y de la caza. El primer animal que rescató fue un tapir bebé llamado Ramón.
Los padres de este animal fueron convertidos en carne de monte, pero Santamaría convenció a la comunidad de que le entreguen a Ramón. Después salvó a un mono y poco a poco construyó un zoológico. Ahora promueve la educación ambiental en las comunidades amazónicas.
El Bioparque Amaru está recibiendo donaciones para alimentar a los más de 1 200 animales que acoge. Foto: Cortesía Bioparque Amaru
En los 15 años de funcionamiento de este centro, no había enfrentado una situación como esta y teme por la vida de los animales.
Martín Bustamante, director del Zoológico de Quito en Guayllabamba, explica que hasta su centro sí han llegado donaciones de comida, pero lo que más le preocupa son los costos de operación, como salarios e insumos médicos, que se financiaban con la venta de boletos diarios.
Este zoológico recibía a un promedio de 20 000 personas por mes y era uno de los que más visitantes tenía. Con estos ingresos se podía atender a los animales rescatados que llegan todos los días con distintas heridas.
El centro se encarga de cubrir todos los costos que implica su rehabilitación. “Estamos asumiendo un papel que debería asumir el Estado, que es la reparación de los animales”, dice Bustamante. Por eso, espera que después de la emergencia surja un modelo más sostenible para esto sitios.
Ernesto Arbeláez, director del Bioparque Amaru, considera que debería haber un plan de contingencia por parte de las autoridades ambientales para proteger a la fauna que está bajo custodia en estos sitios.
Este es el zoológico que alberga al mayor número de animales en el país (1 257). Para atenderlos, el personal de Amaru se ha organizado en turnos durante el día y algunos pasan la noche en el lugar. Para alimentarlos, están pidiendo a las personas que les ayuden con donaciones.
Arbeláez no cree que la situación mejore en el corto plazo y ahora el reto de los zoológicos es pensar cómo van a reactivar su economía cuando pase la emergencia. Mientras tanto, Amaru y el zoológico de Guayllabamba han trasladado sus actividades a sus distintas redes sociales.
Estos dos sitios, al igual que El Arca, pertenecen a la Asociación Ecuatoriana de Zoológicos y Acuarios, formada por 12 centros que son el hogar de más de 3 500 animales.
Arbeláez, también presidente de AEZA, explica que esta situación ha afectado a todos los centros de manejo. La asociación está analizando las formas de conseguir recursos y cómo ajustarse a un modelo de zoológico sin visitantes.