El presidente del Consejo de Gobierno de Galápagos, Norman Wray, y el embajador de Corea del Sur, Young Keum Lee, durante el acto de colocación de la primera piedra para la planta fotovoltaica en San Cristóbal. Fotos: Mónica Mendoza / EL COMERCIO
En dos hectáreas de terreno frente al Aeropuerto de la isla San Cristóbal comenzó a levantarse uno de los proyectos de energía limpia de mayor innovación en el Archipiélago de Galápagos.
Se trata de una planta fotovoltaica con capacidad para almacenar la energía en baterías, durante las horas de sol, y que se usará en las horas de mayor demanda de consumo, en las noches, en la capital de la región insular.
El proyecto generará 1,5 megavatios de energía y almacenará 2,2 megavatios (MW). Eso equivale a evitar que se emitan 1 000 toneladas de CO2 al ecosistema y disminuir el uso de 120 000 galones de diésel en generación térmica.
El presidente del Consejo de Gobierno de Galápagos, Norman Wray (izquierda), y el embajador de Corea del Sur, Young Keum Lee.
El proyecto cuenta con el financiamiento del Gobierno de Corea del Sur por USD 5,8 millones a través de fondos de desarrollo no reembolsables. Lo ejecuta el Instituto para el Avance de la Tecnología de ese país (Kiat) a través de un consorcio conformado por la empresa estatal coreana de energía Kepco y la empresa Woojin, especializados en diseño y construcción de micro redes como se denomina al sistema que funcionará en la isla.
La contraparte nacional será la Empresa Eléctrica Provincial Galápagos (ElecGalápagos), con USD 1 millón. Se encargó de adecuar el terreno cedido en comodato por la Armada y construirá la línea de conexión a la subestación eléctrica y equipos de comunicación con el sistema de la empresa.
La ceremonia para colocar la primera piedra de la obra se realizó la tarde de este jueves 21 de noviembre del 2019.
En el extenso terreno aplanado y listo para los trabajos, destacaban las carpas para el acto protocolario, un cerro rocoso de fondo y la escasa vegetación. El sol y el viento eran intensos, dos elementos naturales que fueron destacados -durante el acto- como fuentes de energías.
El embajador de Corea del Sur, Young Keum Lee, señaló que es de mucha relevancia la preservación de las islas Galápagos que se considera como “un museo vivo” y un Patrimonio de la Humanidad, especialmente San Cristóbal donde habitan lobos marinos.
Destacó que su gobierno se suma a los esfuerzos “como un verdadero amigo” de Ecuador para el objetivo de impulsar el plan Cero Combustibles Fósiles en Galápagos.
Corea del Sur, en el 2016, también donó USD 10,1 millones para la construcción de una planta fotovoltaica en la isla Santa Cruz.
El embajador espera que en otras islas también “desaparezca el olor de los combustibles fósiles”, como ocurrirá en San Cristóbal cuando termine la obra. “Para que el León Dormido no se despierte”, añadió entre los aplausos del público, en alusión a la formación rocosa frente a la isla que es uno de los atractivos naturales.
Actualmente la energía en San Cristóbal proviene un 79% de generación térmica (planta a diésel) y 21% de energía renovable, a través del parque eólico, ubicado en el cerro El Tropezón. Son tres molinos que usan el viento para generar 2,4 megavatios. Según el proyecto, la nueva planta fotovoltaica aportaría 10% más de energías limpias y reduciría la térmica, a partir de diciembre del 2020.
El subsecretario de Generación y Transmisión de Energía Eléctrica, Marco Valencia, señaló que la obra es parte del plan Cero Combustibles Fósiles en Galápagos al 2025.
Según el funcionario, desde el 2007 se han hecho inversiones por USD 55 millones en proyectos de energía renovables en Galápagos, con la cooperación alemana, japonesa y coreana, en Santa Cruz, Baltra, Isabela y Floreana. Eso ha significado una reducción de 4,5 millones de galones de diésel.
El presidente del Consejo de Gobierno de Galápagos, Norman Wray, destacó que hay que aprovechar los recursos naturales de las islas –el sol y el viento- para producir energías limpias y reducir la huella de carbono para un desarrollo sustentable.
Pero mostró preocupación por el incremento en el consumo de energía de la población en las islas, que llega a niveles entre el 5% y 7% anual. “La gran pregunta es ¿por qué?” Considera que eso está relacionado con el cambio en el estilo de vida de la población.
El consumo energético aumenta, entre otras cosas, por la construcción de edificaciones similares a la zona continental y al no considerar las características naturales de las islas. El 60% de la carga que llega a la región son materiales de construcción para levantar diseños con ventanas más pequeñas, con poca ventilación, lo que hace que cada vez se dependa más de los acondicionadores de aire.
“Cuando no había luz las 24 horas se aprovechaba la naturaleza; se construía en dirección del viento y eso permitía que en épocas de calor no dependíamos del aire acondicionado. Ahora las ventanas son más pequeñas”, dijo en su discurso.