Para el estudio se llevó a cabo un “experimento de cafetería”. Para esto se usaron tres tipos de comida humana y tres semillas diferentes, en cuatro zonas de la isla. Foto: cortesía Luis Fernando De León
El crecimiento de la urbanización y la presencia del turismo en zonas ricas en biodiversidad están afectando al comportamiento de las especies. Los pinzones son algunos de los animales que ya están sufriendo las consecuencias.
En sitios urbanos y en lugares que cuentan con la presencia de humanos, estas aves han cambiado su comportamiento y han desarrollado preferencias por la comida de las personas. Aunque muchas veces los turistas al ver un pinzón piensan que no le causarán daño si le dan un pedazo de su comida, esto puede cambiar por completo sus hábitos y tener efectos en su evolución.
Luis Fernando de León, profesor de la universidad de Massachusetts en Boston, explica que la preferencia de los animales por la comida humana es problemática para la evolución, porque la forma en la que se construyen las especies y se mantienen separadas entre ellas es a través de la especialización en diferentes tipos de alimentos. Se ha descubierto, dice el investigador, que las tres especies de pinzones terrestres que hay en Puerto Ayora, en Galápagos, tienden a converger en el mismo tipo de alimento, que en este caso es el humano.
De León e investigadores de instituciones de Ecuador, Canadá, Reino Unido, Noruega y Bélgica, llevaron a cabo un estudio entre el 2014 y 2015 en las islas Galápagos para evidenciar cómo la presencia humana ha afectado a estos animales.
El interés por hacer este estudio empezó hace 14 años, cuenta el investigador, cuando estaban estudiando a estos animales en la isla Santa Cruz para analizar la variación en el tamaño de los picos de los pinzones terrestres. En ese momento descubrieron que dentro del pinzón mediano (Geospiza fortis) había dos tipos diferentes. Esto les causó intriga, ya que no sabían cómo se había formado ni de donde venía.
Después de varios estudios de genética, comportamiento y análisis de cantos, se dieron cuenta que los dos tipos de terrestre mediano representaban la etapa inicial de la divergencia, es decir, de la creación de una nueva especie dentro de este mismo grupo.
Cuando repitieron este estudio en Puerto Ayora, a solo 12 kilómetros del lugar inicial conocido como el Garrapatero, pudieron ver que esta divergencia no existía. Al conseguir datos de los años 70, descubrieron que esta otra especie que encontraron en El Garrapatero ya existía en ese momento. Esto indicaba que algo ocurrió en los últimos 50 años, que conllevó al colapso de esa divergencia que observaron en el pinzón de tierra mediano en zonas inhabitadas.
Motivados por la hipótesis de que la presencia humana en Puerto Ayora ha conllevado al colapso de la divergencia en el pinzón terrestre mediano, realizaron este último estudio. Eligieron cuatro zonas de Santa Cruz y en cada una colocaron una bandeja con tres tipos de comida para humanos y tres tipos de semilla.
En Puerto Ayora (poblado) los pinzones optaron por el alimento de las personas, en Academy Bay (presencia humana intermedia) optaron por el arroz, en la playa de El Garrapatero (con presencia de turistas) también respondieron a la comida humana y en El Garrapatero (solo ingresan científicos) las aves ni siquiera se acercaron a las bandejas.
El investigador explica que esta tendencia es preocupante, porque debilita la selección que mantiene a las especies separadas y podría incrementar el apareamiento entre estas. Esto podría causar el colapso de las existentes y disminuir la diversidad a una sola especie. También podría causar daños a la salud de las aves.