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Pastaza: Gringo Yaku tiene su selva

Sembríos familiares Los lugareños siembran yuca y verde para su alimentación. También la papa china.

Sembríos familiares Los lugareños siembran yuca y verde para su alimentación. También la papa china.

Parte del proyecto de turismo comunitario y ambiental es el río Puyo para pasear en canoa. Fotos: Glenda Giacometti / EL COMERCIO

Una inmensa sábana de color verde baña el territorio de la comunidad Gringo Yaku, ubicada a 16 kilómetros de la ciudad de Puyo, siguiendo la vía a Macas.

Este pequeño asentamiento pertenece al sector San Jacinto de la parroquia Tarqui. Sus habitantes protegen 160 hectáreas de selva primaria que la usan, hace un año y medio, para desarrollar su proyecto de turismo comunitario.

De la vía asfaltada con dirección a Macas, en el kilómetro 12 hay que virar a la derecha, donde está un letrero gigante que conduce hasta el improvisado puerto del río Puyo. Se cruza a bordo de una canoa a motor que es conducida por el guía y presidente de la Asociación Gringo Yaku, Oswaldo Guatotuca.

Para entrar, el visitante debe golpear con fuerza un pedazo de metal que suena como una campaña. Al otro lado, el hombre, de 45 años, está atento a la llegada de los turistas.

Las familias que habitan en la zona de amortiguamiento trabajan como los guardianes de la selva. Es un sector rico en biodiversidad, con anfibios, insectos, animales y plantas medicinales que los lugareños utilizan para las limpias o como brebajes para curar diversas enfermedades.

Por un instante, una intensa lluvia impide seguir caminando selva adentro. En una de las casas edificadas por Guatotuca hay que escampar por unos minutos. Luego el cielo se abre y el sol comienza a calentar con fuerza.

El aire húmedo se hace más denso, mientras un grupo de visitantes se interna entre grandes árboles. Según el dirigente, tienen más de 200 años. Sus bases miden 3 m de diámetro y 30 m de altura.

Sembríos familiares Los lugareños siembran yuca y verde para su alimentación. También la papa china.

“Sean bienvenidos a esta reserva donde cuidamos de la caza furtiva, la pesca y la tala. Este bosque nos da el agua, alimento y las plantas medicinales para curar nuestras enfermedades”, indica Guatotuca. Añade que el sitio es encantado porque hace más de 200 años un turista extranjero que llegó en busca de oro desapareció, es decir, pasó a una nueva dimensión. “Solo se encontró su ropa en el estero, donde había poca agua; él no murió”.

El trinar de las aves acompaña a los caminantes por más de un 30 minutos de recorrido por este bosque. Franklin Murialdo y Oswaldo Guatotuca recorren dos veces a la semana esta reserva, que hace cinco años comenzó a protegerse.

El trayecto lodoso hace que a cada paso haya resbalones. “Deben caminar despacio porque las lluvias que cayeron en los últimos dos días afectaron las rutas”, dice Murialdo, un kichwa del sector especialista en la utilización de las plantas medicinales. Él también es parte del proyecto de conservación y de turismo.

Los animales En esta amplia zona se puede realizar el avistamiento de loras y otros animales de la selva.

La caminata continúa y se desciende por un sendero cubierto por piedras. Murialdo muestra la planta de la Ayahuasca, que se obtiene hirviendo las cortezas del árbol y tapando hasta que quede el zumo. Es una bebida alucinógena y la beben los abuelos de las comunidades para tomar decisiones en la comunidad.

También muestra otras yerbas para la próstata, para la limpieza de los ovarios y para sacar las malas energías. “Mis abuelos fueron yachak y shamanes y continúo con esos saberes y conocimientos”, dice.

Luego de caminar 20 minutos por un camino de piedras y lodo, los nativos guardan un lugar de la selva para el avistamiento de loros y demás animales. Además de ser el hogar de los árboles gigantes.

Los lugareños de Gringo Yaku producen en sus fincas familiares verde, yuca y otros.

Húmedo y  lluvioso, fluctúa entre los 20 y 28 grados. La población utiliza ropa liviana para caminar.

En la comunidad  habitan 20 familias dedicadas a la agricultura y a la pesca.
Los habitantes  se identifican con la nacionalidad Kichwa. Viven en casas de madera y techos de paja.