75 crías de tortuga amenazada de extinción nacieron en una playa de Esmeraldas

La incubación de esta tortuga dura entre 45 y 55 días. Foto: Web IUCN

La incubación de esta tortuga dura entre 45 y 55 días. Foto: Web IUCN

La tortuga Olive Ridley (Lepidochelys olivacea) también es conocida como olivácea o golfina. Foto: Web IUCN

Esmeraldas es un santuario para la anidación de tortugas. El pasado 29 de agosto del 2019, Same -uno de los principales atractivos turísticos de la provincia verde- fue escenario del nacimiento de 75 crías de tortugas Olive Ridley, un especie amenazada de extinción. Así lo confirmó Joel Casanova, director del Departamento de Ambiente del Gobierno Autónomo Descentralizado de Atacames a EL COMERCIO la tarde de este miércoles 4 de septiembre.

Esta especie (Lepidochelys olivacea) también es conocida como tortuga olivácea golfina, que pertenece a la familia Cheloniidae. Una de sus principales características, dice Casanova, es su dimensión: seis centímetros al nacer y máximo 70 centímetros en la vida adulta que la convierten en una de las especies más pequeñas de tortugas marinas a escala mundial. Pero además, destacan entre otros ejemplares, porque fue incluida en la Lista Roja de la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza que la tipifica como una especie amenazada de extinción.

Esmeraldas, señala Casanova, es uno de los destinos favoritos de estos reptiles para el proceso de desove (la colocación de los huevos) entre junio y septiembre. La incubación de las crías, explica, dura entre 45 y 55 días. Después del nacimiento, dice, las tortugas volverán después de 25 años para reproducirse nuevamente. 

La incubación de esta tortuga dura entre 45 y 55 días. Foto: Web IUCN

Para garantizar la seguridad de las especies, el equipo de Casanova -en colaboración con el Ministerio del Ambiente- realiza un monitoreo constante en el que se han hallado nuevos lugares de desove e incubaciones.

Entre los más comunes escogidos por los reptiles están la playa de Galera, Atacames y Tonsupa. “Ahora, tenemos dos nidos en Tonsupa y Atacames que tienen 27 días de avance”, afirma Casanova. En Same, en cambio, se han registrado dos desoves: uno en el 2018 y el más reciente, el 29 de agosto del 2019.

Sin embargo, existe un problema latente: es común que las personas tomen con sus manos a las tortugas y las convierten en mascotas. “Al tomarlas con la mano, las desorientan. Producto de su edad, los cartílagos y huesos no están formados completamente. Suelen herirlas o maltratarlas”. Además, 

Uno de los principales ejes de protección en la especie ha sido capacitar a la comunidad sobre las buenas prácticas cuando un turista o nativo se encuentra con un nido. “Hemos conformado clubes ecológicos con colegios para el monitoreo en las noches”, dice. Asimismo, cada nido es cercado con líneas de peligro y se asigna a un padrino para que lo cuide. “La idea es que no se altere la dinámica entre el ser humano y el medioambiente en cuanto a regresar a su hábitat natural que es el mar”, aclara Casanova.

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