Las bolsas y envasesplásticosquenosonreciclados terminan en los océanos y afectan a especiescomolastortugas. Foto: Reuters
El 2020 se suponía que iba a ser un año en el que se reforzaría la lucha contra el plástico, pero la llegada del covid-19 revirtió la situación. El aumento de pedidos a domicilio y el temor al contagio potenciaron nuevamente el uso de envases de este material, sobre todo de las bolsas de un solo uso.
Durante los primeros días de aislamiento, el plástico era considerado el material más seguro. Por eso, distintas ciudades alrededor del mundo que habían anunciado su prohibición desde este año, tuvieron que dar marcha atrás durante la emergencia e incluso flexibilizar las medidas.
California, por ejemplo, prohibió las bolsas de plástico en el 2016, pero en el confinamiento suspendió la medida. Maine, Oregon y Nueva York son algunos estados de EE.UU. que retrasaron sus medidas contra el uso de estas fundas.
Claudia Andrade, cofundadora de Reciveci y gerenta de Proyectos, considera que hubo un retroceso en el consumo responsable de los empaques y envases plásticos. Las bolsas eran usadas por una sola vez y desechadas por el miedo a que el virus se quedara en estas.
Las fundas reutilizables o de tela, para muchos, eran vistas como un posible foco de contagio y en algunos supermercados de distintas partes del mundo incluso las prohibieron. Además, los pedidos a domicilio llegaban generalmente en materiales que no son reciclables, como plástico flexible o envases de espumaflex.
Aunque el surgimiento del covid-19 en un momento se vio como un alivio para el ambiente por las medidas de aislamiento, no ocurrió lo mismo con el plástico. Las emisiones de gases de efecto invernadero disminuyeron, los ríos se limpiaron y los animales volvieron a las ciudades. Al mismo tiempo, los desechos plásticos han ido ocupando más calles, playas y océanos.
Según un comunicado de la Conferencia de la ONU para el Comercio y el Desarrollo, cerca del 75% del plástico producido por la pandemia en forma de mascarillas, guantes y botellas de desinfectantes para manos se convertirá en desechos que llegarán a vertederos y mares. En el 2019, la venta global de mascarillas fue de USD 800 millones y se prevé que este año cierre con una venta de USD 166 000 millones.
Esto agrava el problema, ya que antes de la pandemia se registraba la llegada de alrededor de ocho millones de toneladas de plásticos a los océanos cada año. Especies marinas, como las tortugas, quedan atrapadas en las bolsas o son asfixiadas por estas.
Por otro lado, durante este año han entrado en vigencia nuevas regulaciones para el plástico en Ecuador. El 9 de mayo se empezó a aplicar el impuesto a las bolsas plásticas tipo camiseta de un solo uso y el 21 de diciembre la Ley Orgánica para la Racionalización, Reutilización y Reducción de Plásticos fue publicada en el Registro Oficial. Ambas medidas exigen a las empresas utilizar un porcentaje de material reciclado en las fundas.
Andrade dice que la pandemia permitió que las personas se den cuenta de la cantidad de desechos plásticos que generan y, ahora que están más tiempo en sus hogares, se motiven a reciclarlos.