Investigadores sumergieron un robot con cámara mientras analiza el fondo marino, en las Islas Galápagos. Foto: Fundación Charles Darwin/ EFE
Un misterioso bosque de macroalgas de hasta un metro de altura cada una, hallado a más de 40 metros de profundidad en la reserva marina de Galápagos, mantiene estupefactos a los expertos, que intentan descifrar su composición y función en el delicado ecosistema del archipiélago ecuatoriano.
La mayor parte de estos bosques de macroalgas está en el Ártico o la Patagonia, por lo que hallarlas en Galápagos es “como encontrar un pingüino en el trópico”, aseguró a EFE la ecóloga marina a cargo de la investigación, Salomé Buglass.
Hallazgo por accidente
Fue en octubre de 2018 cuando un rutinario recorrido para analizar montes submarinos, con un robot arrastrado por un largo cordón que permite explorar hasta 200 metros de profundidad, terminó en una “sorpresa muy grande” al hallar el bosque de quelpos (macroalgas).
“La especie no solo es nueva para la reserva marina de Galápagos, sino que existe a entre 40 y 60 metros de profundidad, (algo) que es muy raro porque éstas son algas que necesitan hacer fotosíntesis“, aseguró la experta de la Fundación Charles Darwin.
La macroalga es una especie de palmera con un tallo de hasta un metro de altura y hojas planas, largas y finas, que pueden medir metro y medio de largo, y que se bifurcan en hasta 12 unidades por cada lado.
Un bosque de macroalgas, de hasta un metro de alto cada una, en las Islas Galápagos. Foto: Fundación Charles Darwin/ EFE.
La poca luz que se filtra a la zona pinta el misterioso bosque de un color verdoso cuando, en realidad, es marrón oscuro.
A través de análisis genéticos los expertos se empeñaron en descifrar el bosque, ya que ecosistemas como éste tienden a ser criadero de muchas especies, especialmente, de peces.
“No sabemos qué especie es, solo sabemos que es nueva para Galápagos porque nunca se ha visto algo así antes aquí”, dijo la experta al apuntar que intentan averiguar si se trata de una especie nueva para la ciencia o, por lo menos, nueva para la región, o quizá inédita para los ojos humanos en el archipiélago.
Los secretos de las profundidades
El bosque descubierto tiene un tamaño de “mínimo dos estadios de fútbol”, asegura Buglass, quien cree que es muy posible que existan muchos más de este tipo en las Galápagos, aunque es difícil llegar a ellos porque los equipos tradicionales de buceo alcanzan entre 30 y 40 metros de profundidad.
El robot halló un misterioso bosque más de 40 metros de profundidad en la reserva marina de Galápagos y mantiene estupefactos a los expertos. Foto: Fundación Charles Darwin/ EFE
Originaria de Trinidad y Tobago, esta experta lleva tres años en Galápagos y cree “fascinante” que, con sólo bajar un poco más de lo normal, se puedan encontrar ecosistemas nuevos que revelan “lo poco que entendemos nuestros mares”.
El bosque se encuentra entre las islas Santa Cruz e Isabela del archipiélago de Galápagos, considerado un laboratorio natural que permitió al científico inglés Charles Darwin desarrollar su teoría sobre la evolución y selección natural de las especies.
Para desentrañar los misterios del bosque de quelpos a través del análisis de muestras, contactaron con expertos en macroalgas, entre ellos la bióloga marina española María Altamirano, que se encuentra en Málaga. “¡Todos estamos maravillados!”, comentó satisfecha Buglass.
Gracias al brazo mecánico de un submarino con el que los científicos bajaron hasta el bosque, que está en la cima de un monte submarino, lograron extraer las muestras.
Al momento, estas se encuentran en el laboratorio de la Fundación Charles Darwin a fin de someterlas a un proceso de secado antes de enviarlas a Japón, donde serán rehidratadas para su análisis genético.
Científicos de la Fundación Charles Darwin mientras realizaban un recorrido rutinario en octubre del 2019 para analizar montes submarinos, en las Islas Galápagos. Foto: EFE
La riqueza de Galápagos
Desde el archipiélago, localizado unos mil kilómetros al oeste de la costa continental ecuatoriana, Buglass recuerda que, la primera vez que vio el misterioso bosque a través del robot, le pareció que las algas le saludaran gracias al movimiento de las
“Miramos y miramos y no sabíamos muy bien lo que era. Cuando me di cuenta que era quelpo, creo que pegué un grito porque no me lo esperaba”, contó la investigadora.
“Es algo que puede pasar en Galápagos, que es un lugar tan especial, con una mezcla tan rara de corrientes” con animales y plantas que ni los biólogos marinos se imagina que puedan existir en el trópico, subrayó.
Y si ya fue emocionante verlas a través de la pantalla del robot, esta geógrafa de 33 años y con un máster en Canadá en ecología marina, confesó que la emoción la invadió hasta las lágrimas cuando las vio presencialmente desde el submarino.
“Es como un bosquecito de palmas que se están moviendo de un lado a otro, y se puede ver los peces que entran y salen”, anotó Buglass, que llegó a Galápagos con una beca de National Geographic para explorar montañas submarinas y que, tras el accidental hallazgo, se especializará en Canadá sobre los “bosques misteriosos” de quelpos.