Los resultados del Índice de Salud del Océano (IdSO), un estudio coordinado por la oenegé Conservación Internacional Ecuador y ejecutado por la consultora Biótica, fueron presentados este jueves 20 de febrero del 2020. Foto: Mario Faustos/ EL COMERCIO
73 puntos para Santa Elena y 71 para Manabí, sobre 100. Estas son las cifras que revelan la salud del océano en estas provincias costeras de Ecuador.
El jueves 20 de febrero de 2020, en Salinas, fueron presentados los resultados del Índice de Salud del Océano (IdSO), un estudio coordinado por la oenegé Conservación Internacional Ecuador y ejecutado por la consultora Biótica.
El índice evalúa diez metas sobre los beneficios y servicios que brinda el océano. Se relacionan con provisión de alimentos, oportunidades de pesca artesanal, productos naturales, capacidad de captura de carbono, medios de vida, turismo, agua limpia, biodiversidad, sentido de pertenencia y protección costera.
La herramienta se ha aplicado en 176 países y el 2019 dio como resultado global 71 puntos sobre 100.
En Ecuador, cada meta fue contrastada con datos públicos de al menos los últimos cinco años. De esta forma se logró medir el estado actual, las presiones y la capacidad de resiliencia del océano. El resultado alcanzado tras ocho meses ubican al país en la media.
Parte de los elementos que incrementaron el puntaje en Santa Elena y Manabí se relacionan con la dinámica oceanográfica, la presencia de ecorregiones y la biodiversidad. Mario Hurtado, consultor de Biótica, explicó que un elemento calve es la convergencia de las principales corrientes del Pacífico oriental, que generan altas tasas de biodiversidad y aportan mayor resiliencia a las especies frente a las variaciones de temperatura generadas por el cambio climático.
El aspecto social aún existen brechas por cerrar. En 2010, el índice de pobreza extrema en Manabí se ubicó en 16.7, mientras que en Santa Elena alcanzó el 12.3. Seis años después las cifras bajaron a 6.6 y 6.5, respectivamente. Este análisis se complementó con información del sector pesquero artesanal, que moviliza más recursos financieros gracias al apoyo de entidades privadas.
El índice también da algunas alertas, como la disminución de ciertas especies en relación a la meta de provisión de alimentos. Las sardinas del sur, la pinchagua y la macarela, que sustentaban la pesca industrial de pelágicos pequeños, eran abundantes 40 años atrás. Hurtado detalló que algunas especies han desaparecido de los registros de la última década, como la sardina.
Los resultados reflejan además una preocupación ante la meta de mantener un océano con aguas limpias. Uno de los principales problemas es el escaso tratamiento de aguas servidas domésticas e industriales, pese a que existe la infraestructura.
En tanto que el indicador más bajo es el de gobernanza. Si bien existen instituciones encargadas de la política ambiental, pesquera y saneamiento, sus planes no están del todo coordinados.
El IdSO busca una gestión sostenible de los océanos en el país, alineada con los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS). Luciano Ponce, director de Gestión Marina Costera del Ministerio del Ambiente, aseguró que los resultados aportarán a mejoras a la gestión de los servicios y al aprovechamiento responsable de los recursos que proporciona el ecosistema.
El estudio es parte del Proyecto Iniciativa de Pesquerías Costeras, que se desarrolla junto al Ministerio del Ambiente, el Ministerio de Producción, Comercio Exterior, Inversiones y Pesca y PNUD Ecuador, con financiamiento del Fondo para el Medio Ambiente Mundial (GEF, por sus siglas en inglés).