La deforestación aumentó en un 29% en el 2016 en comparación con el año anterior. Foto: Pixabay
La propuesta de la liberación de la Reserva Nacional del Cobre para la explotación minera en Brasil, despertó el debate global en las últimas semanas.
Aunque la iniciativa fue negada por un juez, para los grupos ambientalistas la idea representa una regresión en la defensa del ambiente y se cuestiona los esfuerzos conservacionistas que se realizan en el país sudamericano.
Brasil tiene la mayor extensión de la Amazonía, que es el territorio considerado como “el pulmón del mundo” por la cantidad de biodiversidad que alberga. A pesar de que es el hábitat del 10% de la fauna y flora del planeta, esta zona está amenazada por la construcción de represas, la industria maderera y la minería.
La deforestación en la Amazonía brasileña aumentó en el 2015 por primera vez en 10 años. Solo entre agosto de ese año y julio del 2016, la cifra subió a 800 mil hectáreas.
Según el Instituto Nacional de Investigaciones sobre el Espacio, este número representa un aumento del 29% del área deforestada en comparación con el año anterior. Si se compara esta cifra con el año 2004, el área sin bosques se incrementó en un 71%.
La problemática aumentaría con proyectos como la explotación minera en la Reserva Nacional del Cobre. Esta zona, nombrada como reserva nacional en 1984, cubre más de cuatro millones de hectáreas y está ubicada entre los estados de Amapá y Pará.
Según el Fondo Mundial para la Naturaleza Brasil (WWF), este tipo de decisiones ocasionarían un incremento de la deforestación y una pérdida de la biodiversidad y de los recursos hídricos. Las áreas alrededor de la reserva que permanecerían bajo protección, también estarían en riesgo.
En una publicación del diario Nexo de Brasil se muestra que, desde 1988 hasta el 2016, se ha deforestado un área que equivale al tamaño de Suecia (421 870 km2).
Ante las críticas de ambientalistas, figuras reconocidas y opositores, el gobierno de Brasil aseguró que las tierras indígenas y las áreas protegidas, que equivalen al 69% de la reserva, serían conservadas.
En julio pasado, se presentó una propuesta para fomentar la actividad minera. Según medios locales, se propuso la apertura del 10% de todas las zonas de selva protegida, para que puedan ser utilizadas en esta industria, que emplea a alrededor de
200 000 personas. Con estas medidas se buscaría la reactivación de la economía.
Estos anuncios han tenido una repercusión mundial. La organización de defensa de la Amazonía Avaaz logró recolectar 600 mil firmas en tres días en una petición dirigida al Gobierno con el mensaje de “impedir que la Amazonía se convierta en un desierto”. Organizaciones como Greenpeace también expresaron su rechazo a través de redes sociales y en movilizaciones que se realizaron en ese país.
Edgardo Latrubesse, investigador de la Universidad de Texas en Austin, explica que la construcción de represas en la cuenca del río Amazonas es otro de los problemas que afecta sobre todo a Brasil.
Con estas obras se busca generar energía para que sea una fuente de desarrollo para los países amazónicos, dice. Pero la acumulación de hidroeléctricas ocasionaría la pérdida de especies y un cambio en la dinámica de los ríos.
Latrubesse es el autor de un estudio sobre los efectos de la construcción de 428 represas en la Amazonía. Actualmente, los ríos de la zona que corresponde a Brasil son los que albergan la mayor cantidad de hidroeléctricas y en los que ya se está observando el efecto.