Bosnia se asfixia por la contaminación del carbón y los vehículos antiguos

La mala calidad del aire en Sarajevo superó a la de ciudades como Shangai o Nueva Delhi, conocidas por sus altos niveles de polución. Foto: AFP.

La mala calidad del aire en Sarajevo superó a la de ciudades como Shangai o Nueva Delhi, conocidas por sus altos niveles de polución. Foto: AFP.

Imagen del 14 de enero del 2020 que muestra una nube de polución sobre la ciudad de Sarajevo. Foto: AFP.

Las colas para usar el funicular al monte Trebevic, en Sarajevo, son estos días más largas de lo normal. Miles de personas lo usan para escapar de la crónica contaminación que afecta a la ciudad y que durante este invierno ha tenido picos como la capital con peor calidad de aire del mundo.

Al salir del ascensor, a 1 150 metros, los sarajevitas pueden finalmente respirar aire limpio. A su pies, Sarajevo aparece sumergida en una densa nube, mezcla de niebla y polución.

Los pasados días 11 y 12 de enero del 2020, Sarajevo fue la ciudad con la peor calidad del aire del mundo, según los datos de la página web suiza AirVisual, con valores de 480 y 426 en el índice que mide parámetros como las partículas en suspensión, el dióxido de nitrógeno, el ozono, o el dióxido de azufre.

Sarajevo batió así los valores de ciudades como Nueva Delhi o Shangai, ejemplos de mala calidad del aire.

La mala calidad del aire en Sarajevo superó a la de ciudades como Shangai o Nueva Delhi, conocidas por sus altos niveles de polución. Foto: EFE.

En la escala de calidad de aire (AQI), valores por encima de 100 son ya considerados peligrosos para niños, ancianos y personas con problemas respiratorios o cardíacos.

Por encima de 300, la situación se considera peligrosa para la población general y merecedora de medidas de emergencia, según esa escala utilizada por las autoridades de muchos países.

En Sarajevo es difícil encontrar estos días mascarillas en las farmacias, por la alta demanda.

Debido a los altos niveles de contaminación de aire, las mascarillas escasean en farmacias de Sarajevo. Foto: AFP.

La mala calidad del aire en Sarajevo, aunque acentuada este invierno, no es nueva.

Su ubicación en un valle provoca que, cuando la temperatura del aire es más altas en los montes que en la ciudad, el aire deje de circular y se concentre el esmog, mezcla de niebla y contaminación.

Además, decenas de miles de sarajevitas siguen usando carbón en sus casas, más barato que el gas pero también más contaminante.

A eso se une que la edad media de los vehículos en Bosnia es de 15,5 años y que en la región de Sarajevo aproximadamente el 63% de los vehículos corresponden a la norma Euro3 de gases contaminantes, aprobada en el año 2000, y cuyo límite de emisión de partículas es once veces más alto que la actual Euro6.

La mala calidad del aire debido a la contaminación no sólo está afectando a Sarajevo, sino también a otras ciudades de Bosnia y de otros países de la región, como Serbia, Kosovo y Macedonia del Norte.

La ubicación, factores climáticos, el uso de carbón para dar calefación a los hogares y de automóviles antiguos para movilizarse inciden en los altos niveles de contaminación de Sarajevo. Foto: EFE.

Las causas, aparte de factores meteorológicos como la acumulación de niebla, tienen también que ver con el uso del carbón.

En Serbia, las centrales térmicas de carbón producen el 70% de la electricidad que consume el país, y el 60% de las viviendas aún usan carbón o la leña para la calefacción.

En Tuzla, en el noroeste de Bosnia, los niveles de contaminación del aire son, a veces, 14 veces mayores de los normales, explicó recientemente el pulmonólogo Suad Dedic, quien advirtió de que ese es el motivo del alarmante aumento de las enfermedades de pulmón.

"Se trata de las consecuencias de la polución sobre el sistema respiratorio, donde los más afectados son los niños hasta los seis años de edad, personas mayores de 60 y enfermos crónicos", explicó Dedic en una rueda de prensa

Así, han aumentado los casos de cáncer de pulmón, asma, neumonía y enfermedad pulmonar obstructiva crónica.

Unas 200 personas con mascarillas protestaron la semana pasada en Tuzla bajo el lema "Queremos respirar a todo pulmón", para demandar que las autoridades adopten medidas contra la creciente polución.

Ciudadanos de Sarajevo se manifestaron para exigir a las autoridades que tomen mayores medidas para disminuir la contaminación. Foto: AFP.

"Las cosas van de mal en peor. No puedo imaginar qué pasará el año que viene, ya que tenemos un aumento constante de la contaminación. Los que adoptan decisiones, deben activarse", declaró Nurka Pranjic, coordinadora para Bosnia en la Organización Mundial de la Salud, en ese encuentro con los medios junto a Dedic.

Los ciudadanos temen que las cosas empeoren si las autoridades ejecutan el proyecto de construir una nueva central termoeléctrica de carbón en Tuzla, con financiación china.

Las estadísticas dicen que los vecinos de Tuzla viven de media tres años menos que en el resto de Bosnia.

En Tuzla, donde una planta de carbón lleva cinco décadas funcionando, la concentración media anual de partículas en suspensión es casi tres veces mayor que la media europea, según la Organización Mundial de la Salud (OMS).

Las autoridades de Bosnia no se han pronunciado por los altos niveles de contaminación, pero han pedido a sus ciudadanos que utilicen mascarillas al salir a la calle. Foto: EFE.

"Tres centrales térmicas de Bosnia y Herzegovina deben dejar de funcionar en 2021 y 2023. Entre los diez mayores contaminadores de Europa se encuentran las centrales térmicas de Bosnia", denunció el pasado martes ante el Parlamento bosnio Janez Kopac, director de Energy Community.

Esa organización, que busca crear un mercado energético integrado en Europa, recordó que en los Balcanes occidentales hay 16 centrales termoeléctricas sin filtros apropiados, que producen más dióxido de azufre y óxido de nitrógeno que las otras 250 centrales de Europa en conjunto, y causan la muerte de unas 3 000 personas al año.

De momento, las autoridades bosnias no han reaccionado ante la crisis de este invierno, más allá de recomendar a la población que no salga a la calle, use el transporte público y no queme sustancias contaminantes.

Mientras, como cada invierno, los sarajevitas miran al cielo, con la esperanza de que sople el viento y arrastre la nube de polución.

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