Redacción Sociedad
Tras el choque de las placas tectónicas, origen de los terremotos o maremotos, se produce un desfogue de energía. Sin embargo, Teofilus Tulkeridie, director del Centro de Geología y Vulcanología de la Universidad San Francisco de Quito, descarta que esto cause alteraciones futuras en la naturaleza o en el ser humano.
Tulkeridie advierte que, aparte de la destrucción, un fenómeno telúrico produce una alteración emocional en el ser humano, animales y aves. “Incluso por el shock y por la angustia hay pájaros y algunos animales que se mueren. Pero está comprobado que de ninguna forma esa energía afecta a las plantas y al agua”.
Tulkeridie y Erikson López, astrofísico y director del Observatorio Astronómico de Quito, coincidieron en que las alteraciones en la inclinación de la Tierra resultan imperceptibles para los seres humanos. “Son tan pequeñas que resultan muy difícil de medirse, solo observaciones geofísicas minuciosas de grupos científicos como los de la NASA permiten detectarlas”. López insiste que no se trata de un cambio abrupto, como los que ocurren en el planeta aproximadamente cada 250 000 años. Solo esto último hace que haya modificaciones abruptas de la vida en toda la Tierra. López explica que los terremotos como el de Chile y maremotos aceleran el movimiento de rotación de la Tierra y los agentes astronómicos, por sus efectos gravitatorios, lo retrasan.
Los dos expertos también descartaron que esta variación en el eje de rotación del planeta afecte a las condiciones de irradiación solar en los diferentes puntos de la Tierra.