El doctor Joubert Alarcón muestra algunos Aedes aegypti, recolectados en Guayaquil. Foto: Francisco Flores/ El Comercio
A simple vista parece inofensivo. Pero el microscopio revela las armas que este milimétrico individuo usa para atacar a sus víctimas.
La hembra del mosquito Aedes aegypti es el intermediario en la cadena de contagio de cuatro virus que afectan al hombre: dengue, chikungunya, zika y fiebre amarilla urbana. Se incuban en sus glándulas salivales, cuando adquieren las partículas virales de alguien infectado.
En los laboratorios de Entomología del Ministerio de Salud en Guayaquil, el doctor Joubert Alarcón explica que las hembras del Aedes tienen un aparato bucal diseñado para succionar la sangre que les ayudará a madurar sus huevecillos —los machos lo tienen atrofiado porque solo se alimentan de néctares—. Es ahí, en la saliva, donde el virus se aloja y el vehículo que lo llevará a los huéspedes finales.
La picadura es una operación minuciosa, que emprenden de preferencia en el día, y en la que usan sus antenas como radares en busca de víctimas. Una vez ubicada, aterrizan —las piernas son zona favorita— y usan la proboscis, un tipo de fina aguja con la que atraviesan la piel.
En ese contacto regurgitan parte de su saliva, compuesta por sustancias anticoagulantes y una especie de anestésico para sedar parcialmente el área. Así, casi sin sentirlo, pueden inocular los virus.
Alarcón aclara que cada mosquito puede almacenar solo un virus a la vez. “Su estructura celular no le permite transmitir, al mismo tiempo, todos los virus”.
El Aedes aegypti es nativo de África. Estudios indican que fue introducido en América desde el Viejo Mundo a través de barcos y fue el responsable de las primeras epidemias de fiebre amarilla en el mundo.
En Ecuador se estableció en 1980. Fue detectado en Manabí y dejó cerca de 800 000 casos de dengue en ese año.
Hoy habita en más de 3 200 localidades. Hasta el miércoles pasado, el Ministerio de Salud reportó 352 casos de dengue,
33 703 de chikungunya y 17 personas con zika en el país.
Nancy Villegas, investigadora de la Universidad Católica de Guayaquil, dice que estos virus encontraron en el Aedes características genéticas comunes, lo que les permite seguir en ellos su ciclo de vida. “Necesitan de una célula para vivir, así que encontraron en el mosquito su receptor”.
Villegas es parte de un estudio conjunto con la Universidad de Miami. Con la recolección de mosquitos en 20 zonas de Durán (Guayas), analizan sus hábitos, poblaciones y relación con la comunidad.
La ayudante de campo Virginia Pinela recoge el material en trampas, adaptadas con un cebo que solo atrae a las hembras. Estas son congeladas para su posterior análisis.
Explica quela destrucción de criaderos es el método más efectivo para frenar la proliferación. Y que en el país ya hubo un antecedente de erradicación, en 1950.
Pero el mundo evalúa otras técnicas. Washington Cárdenas, director del área de Biomedicina de la Politécnica del Litoral, indica que en laboratorios internacionales trabajan en la esterilización de machos para disminuir la reproducción.
También hay mosquitos transgénicos, no fértiles. “Así ayudan a reducir la población activa de los mosquitos en el ambiente”.