El adobe subsiste en las comunas rurales de Loja

Mediante este sistema constructivo se levantan inmuebles de hasta tres plantas, aunque lo más común es hacerlas de dos pisos. Foto: Lilia Arias/EL COMERCIO

Mediante este sistema constructivo se levantan inmuebles de hasta tres plantas, aunque lo más común es hacerlas de dos pisos. Foto: Lilia Arias/EL COMERCIO

Mediante este sistema constructivo se levantan inmuebles de hasta tres plantas, aunque lo más común es hacerlas de dos pisos. Foto: Lilia Arias/EL COMERCIO

Redacción Loja (I)
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Tierra arcillosa, paja o bagazo de maíz y agua son los elementos principales para formar los bloques de adobe. Estos son utilizados para construir las casas en el sector rural lojano, sobre todo en zonas donde no es posible el acceso con vehículos para trasladar ladrillos o bloques de cemento.

El proceso es sencillo. Se escoge tierra con características arcillosas. Se tamiza y se mezcla con la paja o bagazo de maíz y se aplica el agua. Se amasa (batido) con los pies entre 15 y 20 minutos hasta que tenga la textura de una masa uniforme.
Este ‘chocoto’ se riega en los moldes (casi siempre de madera) y se deja secar al aire libre entre 3 y 5 días, según las condiciones climáticas imperantes.

Las dimensiones estándar de cada ‘adobe’ son de 15 cm de ancho, 30 de largo y 10 cm de alto.

El la provincia de Loja, quienes levantan casas de adobe son personas de la tercera edad, que conocen de la técnica de batir el barro y armar los bloques. Y aunque los nuevos materiales, como el bloque de cemento o el ladrillo, se han impuesto, el adobe se resiste a morir en las zonas rurales.

El proceso constructivo de los inmuebles debe ser rígido. El buen material evita que las paredes se resquebrajen o sufran otros problemas explica Rogelio Pogo, de 70 años, experto en ese sistema.

Sin embargo, las formas de hacer adobes difieren de un cantón a otro en la provincia. El clima y la calidad del terreno son las variantes principales, aunque también aprovechan de productos endémicos como la paja, el maíz, la cebada...

En Saraguro, por ejemplo, al suelo arcilloso se adicionan tierra común más los sobrantes de la trilla de las espigas de cebada. Además, el secado de los bloques necesita de más días.

En el sector de Chaguarpamba, en cambio, se utilizan las hojas de maíz o plátano para mezclarlas con la tierra arcillosa. Y hay menos tiempo de secado.

El indígena Manuel Medina, de la comunidad rural de Gera, en Saraguro, dice que para levantar las casas se realizan mingas, en las que colaboran todos los vecinos y conocidos. Según Medina, en esta zona todas las familias tienen, al menos, un miembro que conoce al dedillo las técnicas para fabricar adobes idóneos para construir las viviendas o los cerramientos de terrenos.

Pogo afirma que se pueden levantar viviendas de hasta tres pisos con este material. Gera, comuna ubicada a 15 minutos del centro poblado de Saraguro, se caracteriza por sus viviendas de adobe. El 80% de casas es de adobe; las cubiertas son de teja tradicional.

Pogo puntualiza que las casas de adobe son ecológicas, conservan mejor la temperatura interior, no afectan a la salud de sus ocupantes porque no utilizan productos nocivos y son más económicas.

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