“En cada función me enfrentó a un desafío tremendo, cada función tiene que ser la primera..”, asegura el actor colombiano, que se presentará en El Teatro del CCI, hasta el domingo 17 de enero. Foto: Paúl Rivas/EL COMERCIO
El actor colombiano Jairo Camargo lleva más de 40 años en el mundo del teatro. Durante este tiempo también ha incursionado en la televisión y el cine.
Desde hace una semana está en Quito presentando ‘Villanos de Shakespeare’, una obra que estreno en junio del 2015, en Bogotá y que se podrá ver en El Teatro del CCI, hasta el domingo 17 de enero.
Las obras y personajes de William Shakespeare han sido interpretados durante siglos en todo el mundo. ¿Qué lo motivo a poner en escena a los villanos que construyó este dramaturgo?
Estamos haciendo ‘Villanos de Shakespeare’, porque desde hace mucho tiempo estaba con ganas de hablar de mis angustias, necesidades y rabias.
Wilson León García, el productor de este espectáculo encontró una versión catalana sobre la obra escrita por Steven Berkoff. Este dramaturgo inglés seleccionó siete villanos de Shekespeare para hablar sobre la maldad, el oficio actoral y la especie humana.
¿‘Villanos de Shakespeare’ es una adaptación de la obra Berkoff?
No nos gustaba el formato de Berkoff porque es como una clase magistral de actuación. Para el montaje de la obra decidimos crear un personaje, un tramoyista del teatro que está ensayando Yago para hacer ‘Otelo’.
Ese es el pretexto a través del cual empieza hacer un recorrido por estos malos. Nuestra obra está atravesada por el tema del poder. El poder como una necesidad visceral y una adicción de los seres humanos.
¿Cómo funciona la estructura de la obra?
La estructura de la obra permite para hablar de las características de cada personaje: de Yago, de Hamlet, de Macbeth, de Shylock y de Ricardo III.
Cada personaje tiene su manera de presentarse al público. Por ejemplo, Yago es la hipocresía, la manipulación, la insidia y el celo.
Lo que menos me interesa en las caracterizaciones es que sean shekesperianas. Lo que me afana es que a la gente le llegue el alegato del poder, el tema de la mezquindad de los seres humanos y el de la vanidad de los actores.
Este año se cumplen 400 años de la muerte de William Shakespeare, ¿cómo ha influido el dramaturgo inglés en su carrera?
Con el montaje de la obra me di cuenta de la gran importancia de Shekespeare. Hay una parte en que este tramoyista dice: ‘San Shakespeare sacro santo y bendito, que lo pongan en la época en lo que lo pongan ilumina y brilla’.
Shekespeare nos dice cosas pero también nos obliga a decir cosas. Su trabajo me ha permitido un acercamiento a la comprensión de mi oficio y a mi condición de desdichada de ser humano.
¿Se sigue sintiendo cómodo en el teatro?
Para mí, el teatro es el lugar donde me siento más incómodo, en el sentido en que siempre estoy aprendiendo. En cada función me enfrentó a un desafío tremendo, cada función tiene que ser la primera porque el público que llega al teatro va a ver la obra por primera vez, además me sigue pareciendo maravilloso llegar y enfrentarme con el personaje.