Acro-Yoga se combina con masaje tailandés

Óscar Espinoza y Belén Delgado (izq.)  y Sinha Rambay y Pitu Salavarría practican  en  Guayaquil. Foto: Enrique Pesantes/ El Comercio

Óscar Espinoza y Belén Delgado (izq.) y Sinha Rambay y Pitu Salavarría practican en Guayaquil. Foto: Enrique Pesantes/ El Comercio

Óscar Espinoza y Belén Delgado (izq.) y Sinha Rambay y Pitu Salavarría practican en Guayaquil. Foto: Enrique Pesantes/ El Comercio

Flexibilidad, confianza y trabajo en equipo. Las bases para ejecutar las complicadas poses del acroyoga están siempre en la mente de quienes la ejecutan con gran destreza. Esta disciplina mezcla acrobacia, yoga, masaje tailandés y se practica en parejas.

Hace siete años, Sinha Rambay descubrió esta práctica. Viajó a Estados Unidos para aprender directamente de sus creadores, los norteamericanos Jason Nemer y Jenny Sauer-Klein, durante el Bhakti Fest que se celebró en Palm Spring (EE.UU..).

Hoy es uno de los instructores de Narasimha Yoga, una escuela que desde el próximo mes ofrecerá clases de acro-yoga en el parque Samanes, ubicado en el norte de Guayaquil. “Solo se necesitan ganas de hacerlo. Luego se pierde el miedo, se gana flexibilidad, fuerza y equilibrio. Es preferible conocer las posturas básicas de yoga, pero no es un requisito”, explica.

Para la práctica hay que integrar un equipo: la base, que es el soporte o la persona que guía la serie de ejercicios que se realizarán; el flyer, quien va arriba y ejecuta las posturas; y el spotter, quien vigila cada uno de movimientos que se ejecutan y que es esencial únicamente en el caso de los novatos.

Sinha Rambay es la base y Pitu Salavarría es la flyer. “Al hacer físicamente algo que parece tan complejo también se pueden alcanzar metas mentalmente. Es cuestión de determinación”, dice la joven luego de realizar algunas posturas junto al área natural de las lagunas de Samanes.

El acro-yoga tiene dos fases: una solar y otra lunar. La lunar es muy terapéutica y usa mucho el masaje tailandés para practicarla. Mientras que la solar es netamente acrobática.
Las posturas de pájaro, baddha konasana (o ángulo ligado), arco invertido y konasana en suspensión son algunas de las acrobacias que realizaron Belén Delgado y Óscar Espinoza como parte de su rutina de ejercicios.

“Hay tres principios básicos para el acro-yoga: la confianza, la integración y el conocer bien a la pareja… Ayuda a la concentración, la respiración y al autocontrol”, asegura Espinoza, quien tiene experiencia como la base del equipo.

Por ahora, 45 personas se han inscrito ya para tomar las clases de acro-yoga, que se realizarán los sábados, de 09:00 a 10:00. Diana Castillo, funcionaria de la Empresa Pública de Parques, explica que las clases costarán USD 10 por persona y 15 por pareja.

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