Tiene más de 10 diplomas pero prefiere no exhibirlos. Los guarda en un cajón de su casa, en un sobre.
Son muchos, pero uno de los más recientes es el de beca que obtuvo el semestre pasado en la Universidad Católica de Guayaquil, donde cursa el cuarto semestre de Contaduría Pública Autorizada. ‘Certificación honorífica a Cristian Eduardo Villalta Cordero, por su destacado desempeño’, dice el documento.
El promedio de 19,95 que alcanzó en el Colegio Claretiano de Guayaquil le dio un doble reconocimiento: fue el abanderado del Pabellón Nacional y también el mejor bachiller de su promoción. Cada año del colegio fue cubierto por una beca de la Arquidiócesis, pues también fue abanderado en la escuela con la nota máxima: 19,92.
“Vivía en Quito. Y cuando aún era pequeño mis padres nos trajeron a Guayaquil. Mi madre me enseñó a leer y escribir y desde tercer grado no tuvieron que revisarme las tareas ni tomarme las lecciones. Me hice independiente”, dice el chico de 19 años.
Desde el preuniversitario hasta su actual semestre ha mantenido exoneraciones en el pago de pensiones por sus buenas notas. Eso ha sido un alivio para su familia, pues no contaban con los recursos para pagarle la U.
Cristian distribuye su tiempo. Toma clases en la mañana, en la noche y en los ratos libres aprovecha para dar clases particulares de Economía y otros temas a sus amigos de salón. Esos ingresos los invierte en sus estudios.
También quiere empezar a trabajar. Y aunque le faltan cinco semestres para obtener su título de CPA, su currículum ya circula en varias empresas.
“No tengo la idea de trabajar toda mi vida para una empresa, así tendré que empezar, pero mi meta es crear mi propia empresa, algo como una institución financiera, una cooperativa”.
Estudiar en el exterior es una de sus metas a corto plazo. Y hace poco dio su primer paso rumbo a ese objetivo. Cristian obtuvo un cupo en un seminario de estrategias empresariales, organizado por el Tecnológico de Monterrey en Guayaquil.
“Fue una buena experiencia. Era un seminario para grandes gerentes y directivos de empresas y solo yo y otros tres compañeros éramos estudiantes. Me sirvió para hacer contactos”, dice.
El taller fue el premio a un plan de pensión diferenciada que ideó para beneficiar a chicos de colegios fiscales para que continúen sus estudios universitarios con pagos de apenas USD 110.
Otra joven emprendedora es Diana Pinoargote. Ella vive en Salinas, en Santa Elena, y desde pequeña se destacó por sus buenas calificaciones en el Colegio Rubira. Ahí se graduó y fue abanderada por su promedio de 20, lo que le abrió las puertas para estudiar Ingeniería Civil en la universidad Católica.
Esa profesión es la herencia de su padre. En la península mantienen una compañía constructora. Por ahora, Diana comparte el tiempo libre de sus vacaciones para colaborar en la construcción de un condominio.
En su agenda está pendiente realizar un posgrado en el exterior. “Me han recomendado México, hay buenos centros para Ingeniería Civil allá. También me gustaría ir a Italia, para aprender más de diseño”.
Carmen Pilpe Marmolejo también se graduó con 20. En su casa en Los Ríos guarda fotos de cuando portó el estandarte patrio. Ella se graduó en el Colegio Ecomundo de Babahoyo y actualmente cursa el cuarto ciclo de Gestión Empresarial en la Universidad Católica.
Kathy también es becaria. Con esfuerzo, pues el inglés y el francés son parte de esta carrera, esta joven es una de las mejores de su clase. “Ahora voy a empezar a trabajar para coger práctica”.
Una generación con metas fijas
Becas, viajes a Europa y Estados Unidos son parte de los sueños de los bachilleres abanderados. Luis Béjar se graduó en el Colegio Hugo Ortiz. El domingo pasado portó el pabellón nacional durante el juramento colectivo que se realizó en el estadio Alberto Spencer de Guayaquil.
El joven tiene un promedio de 19 y aunque aún no ha hecho un recorrido por las universidades para conocer las ofertas en cuanto a becas, por ahora analiza dos alternativas: estudiar medicina o ingresar a la Marina.
Liss Llerena es la abanderada del Liceo Naval de Guayaquil. Con orgullo portó la bandera nacional. Ella alcanzó un promedio de 19,80 y ya ha recibido varias propuestas de estudio, como una beca para el preuniversitario de la Universidad Santa María. Pero entre sus planes está estudiar Contaduría Pública Autorizada en la Escuela Superior Politécnica del Litoral.
A pocos meses de su graduación, Génesis Robles ya alista sus maletas para viajar a Estados Unidos. La joven es la abandera del Colegio Fiscal Dolores Sucre. Es la mejor estudiante de su promoción, con un promedio de 19,96. Ella aplicó para una beca en el Institute of Technology de la Universidad de Ohio, EE.UU.