El rescate de los 33 mineros chilenos no habría llegado a buen término sin los últimos avances en el campo de la tecnología.
El diseño de la cápsula Fénix es un logro de la ingeniería chilena, que fue posible también gracias a la colaboración científica de la Agencia Espacial Norteamericana (NASA).
Uno de los investigadores que colaboró de cerca con la Armada chilena fue el estadounidense Clinton Cragg.
En una entrevista vía electró-nica con este Diario, el científi-co ecuatoriano José Granda, miembro de la NASA y colega de Cragg, explicó que este científico tiene experiencia en diseñar vehículos espaciales para que los astronautas puedan sobrevivir en espacios reducidos.
“En este caso tuvieron que diseñar una cápsula para que los mineros sobrevivan aun cuando esta cápsula falle”.
Granda precisa que la construyeron para que con la fricción no se destruya. “En un principio la Marina chilena no sabía muy bien cómo diseñar algo así y el mismo Clinton con su equipo de 20 ingenieros regresaron a Estados Unidos, al Centro Langley y crearon el primer prototipo de la cápsula Fénix.
Hubo tres cápsulas. Fénix 1, según el servicio informativo en línea AOL News. La primera fue probada en la mina San José.
Estos ensayos sirvieron para efectuar versiones mejoradas: la cápsula II y III. Los cambios fueron, sobre todo, en el diseño.
Los ingenieros chilenos bajaron la versión II en varias ocasiones. Descendió vacía hasta 600 metros de profundidad.
Esta misma cápsula fue utilizada para el rescate de los mineros.
Ramiro Andrade, historiador, comenta que a principios de este siglo, hubo otro rescate, menos mediático que el de Chile, donde también se recurrió a la tecnología. Ocurrió en Pensilvania, Estados Unidos, y también se trató de mineros.
Todos eran estadounidenses y pasaron más de 78 horas atrapados a 73 metros bajo tierra.
“Esa vez, también se empleó una cápsula de rescate con una malla de ventilación, pero esta no tenía la tecnología de la empleada para el rescate en Chile”.
Según la edición digital de la Deutsche Welle, la cápsula Fénix es una versión moderna de la vieja Bomba Dahlbusch, que en la década de los cincuenta revolucionó los sistemas de salvataje en la minería.
Esa antigua cápsula de rescate fue bautizada como Bomba, por su aspecto de torpedo. Dahlbusch era el nombre de la mina en que se la empleó por primera vez. A pesar de que Fénix tuvo antecesores, el despliegue de tecnología en el rescate no tiene precedentes. Fénix 2 fue elaborada con acero y disponía de oxígeno y aparatos de comunicación como un casco conectado a un audífono y un micrófono inalámbrico. Los mineros emplearon cinturones biométricos que usan los astronautas de la NASA en sus simulacros o los soldados de élite del ejército estadounidense. Estos cinturones miden la temperatura de la piel, frecuencia cardíaca, presión sanguínea, consumo máximo de oxígeno y otros indicadores.
Esta información era transmitida en tiempo real (en ese instante, a los equipos médicos en la superficie de la mina, todo a través de un sistema de conexión Bluetooth (inalámbrico).
Se utilizaron cámaras de infrarrojos que funcionaron en un ambiente húmedo y sin luz , 624 metros debajo de la superficie.
Gracias a la fibra óptica ultraflexible desarrollada por la empresa japonesa NTT se efectuaron videoconferencias.
Los mineros utilizaron, además, un teléfono celular que junto a un microproyector de marca Samsung y otro de marca 3M, pudieron recibir los saludos de sus familiares.