Si no hacemos nada importante, la caída del empleo en este quinquenio llegará a un nivel sin piso y el estallido social nos empobrecerá a todos. Por esto la creación de puestos de trabajo debe importar más que unas elecciones mediocres, en un país que no tiene ahorros para compensar ni moneda propia. Este problema es mundial, pero afecta más a los países poco desarrollados, por lo que cabe un planteamiento global para que los del Norte abran sus mercados irrestrictamente a los productos del Sur e inviertan aquí para que menos gente emigre al Norte en busca de trabajo. Cuando se ha comprobado que quienes han invertido en China ahora son dependientes de ella, es buen momento para que se trasladen inversiones hacia el continente americano.
Hasta antes de la presidencia de Trump se podía decir que la partitura de los gobiernos de Estados Unidos ya estaba escrita y que los presidentes eran los directores de orquesta, pero Trump actuó como elefante en cristalería. Hoy día se espera que la partitura sea interpretada por Biden, que no podrá sustraerse del ejercicio del poder dominante en favor de las empresas, que ha sido una política permanente, pero habrá derecho al pataleo.
Con voluntad política el Gobierno puede trabajar en una agenda que responda a los altos intereses del país. En estos seis meses podría tomar decisiones en aquello que pueda resolver la Asamblea soslayando al concurso de ofertas demagógicas y en algo en que no participe ella al margen de la campaña electoral. Por ejemplo revisar ya las exoneraciones que perforan injustamente las leyes tributarias.
El consumo represado se destapará y afianzará la recuperación económica recién en 2022, cuando los ecuatorianos hayamos sido vacunados eficazmente. Para eso debemos asegurar que, de los miles de millones de vacunas que se producirán, accedamos antes del fin de 2021. Hasta tanto no es conveniente disminuir las restricciones para contener la expansión del covid-19, pues ya tenemos 32.000 vidas menos, porque no hemos tenido suficientes hospitales en la geografía nacional y los que hay no pueden atender a tanto contagiado grave por escasez de unidades de cuidados intensivos que, cuando las hay, solo evitan la muerte de la mitad de sus enfermos graves.
Pensando en los jóvenes becados que viajaron a estudiar en universidades prestigiosas del exterior y que al regresar no encuentran ocupaciones acordes a su alta preparación quiero referirme a las nuevas oportunidades que para especialistas técnicos están apareciendo en un nuevo paradigma laboral: el trabajo remoto de los que dominen el idioma inglés especialmente en el sector de tecnología y “fintech”, para trabajar desde su país de residencia a cualquier parte del mundo.
Para romper con el inmovilismo histórico del “saber pensar” y entrar en la modernidad con razones para el optimismo debemos admitir que el internet es un derecho humano. Si queremos hacer algo trascendente no solo se debe ofrecer igualdad de oportunidades a los ecuatorianos que salen al mercado laboral sino capacitarles a base de una educación digital que les dote de competencias para aprovechar esas oportunidades; porque si no es así la gente pobre no va a poder superar el retraso estructural que determina que siempre será pobre.
Antes de la pandemia la equidad social sufría el impacto del estancamiento económico y cuando aquella sobrevino aumentó drásticamente el empobrecimiento de los sectores vulnerables al retroceder el empleo de jóvenes y mujeres y los ingresos de los micro emprendedores informales que carecen de protección social. Ahora tenemos un millón de ecuatorianos que sufren las carencias de lo básico sin que la sociedad tenga conciencia moral frente a lo que ocurre.
Frente a tantos candidatos costeños –algunos egoístas y obscenos - debe surgir ya un candidato serrano con opción de clasificarse a la segunda vuelta. Él debe ser un líder honesto y competente para ser jefe de Estado en el momento más crítico de nuestra historia económica y social. No hay duda que las dos regiones más importantes del país tienen características diferentes: sociológicas, económicas, políticas, que determinan visiones distintas y comportamientos diferentes en contextos históricos y geográficos particulares, pero cuya convivencia afortunadamente complementaria nos ha permitido subsistir como un país unitario.
El mundo evoluciona hacia una economía participativa. 83 super millonarios de Estados Unidos, Canadá, Alemania, Reino Unido, Dinamarca y Nueva Zelanda, entre ellos la heredera de Walt Disney Inc., un ex director de una firma grande de inversiones como BlackRock (que gestiona bonos del Ecuador) solicitan “la subida de impuestos a los más ricos, como ellos, para contribuir a la recuperación económica ante el daño que causará la pandemia.” Los firmantes principalmente de Estados Unidos aseguran que “el dinero se necesita desesperadamente ahora y seguirá siendo necesario en los próximos años, a medida que el mundo se recupere de la crisis” (EFE).
La inflexión para revertir el caos que vivimos exige que quien aspire a ser presidente deba estar preparado para conducirnos hacia un país justo, una democracia justa, con menos desigualdades. Un candidato serio debe demostrar que está apto para ser Jefe de Estado, con trayectoria correcta, que en su vida haya resuelto acertadamente problemas importantes y goce de un prestigio auténtico, para no fracasar como los improvisados que suben al poder y no saben qué hacer con él, que no sea lo que les conviene a ciertos grupos de presión que logran todo con presidentes incompetentes y débiles. Debe tener una personalidad reconocida para enfrentar a los corruptos y codiciosos quieren enriquecerse a costa del Estado y ser obedecido en base a su credibilidad y persuasión democrática.
Es lamentable constatar que la injusticia social en el Ecuador es irreversible porque quienes tienen la riqueza del país no están dispuestos a contribuir para que la dolarización no peligre, pues sea cual sea la política económica si no hay dólares en el territorio nacional vendrá la debacle por el empobrecimiento general, como en Venezuela, del cual solo se salvarán los que han sacado divisas al exterior. Este es el tamaño y la gravedad de nuestra situación.
En el último quinquenio ya aumentó el número de pobres porque la economía se estancó y ahora la pandemia está profundizando el empobrecimiento porque no se puede vencer a la avaricia de los que tienen la riqueza del país. Mas bien los trabajadores aceptaron contribuir a partir de salarios de USD 720.
El Ecuador quiere pagar la deuda externa pero no puede más. El mercado y los tenedores de bonos están reconociendo esta nueva realidad y por eso el riesgo país se ha disparado a alrededor de 4.500 puntos. El estancamiento ecuatoriano pre coronavirus ya presagiaba grandes dificultades y ahora, la profunda recesión causada por el virus y la volátil baja del precio del petróleo y de las demás exportaciones imposibilitan que el Ecuador tenga con qué pagar la deuda a los bonistas. El tan criticado pago de USD 325 millones que dejó sin dinero para atender la emergencia sanitaria debe ser la última acción errática pues solo posterga el impacto del default por treinta días.
Lo más sencillo, práctico y seguro es subir el IVA del 12 al 14 por ciento, tal como se hizo con motivo del terremoto de Manabí y Esmeraldas, cuando recibió el apoyo del todo el país solidario y la economía no se afectó como dicen los interesados en mantener sus privilegios. El IVA es un impuesto de fácil recaudación, que rinde inmediatamente y que es el que menores elusiones y evasiones sufre porque el SRI lo maneja bien. El IVA no se cobra a los alimentos básicos ni a los medicamentos y no afecta a la gente muy pobre que es la que está sufriendo carencias calamitosas.
Si el Gobierno toma la decisión política de no ser neutral en las próximas elecciones y pone un candidato de su seno aumentará la desigualdad económica y social, porque no podrá aplicar ninguna decisión racional en la conducción del país sino la desgastada demagogia clientelar que tanto daño está haciendo a la población pobre. Entonces seguirá en franca caída la actividad económica y continuará aumentando el desempleo y el riesgo país porque no se podrá demostrar a los agentes económicos de dentro y de fuera que hay posibilidades de revertir seriamente la recesión en la que estamos entrando.
Considerando que en negociaciones económicas no hay filantropía ni magnanimidad la tarea para el Ecuador es difícil y más por la influencia de los Estados Unidos que impide a México mirar al Sur y porque su Acuerdo con la Unión Europea también establece restricciones. México tiene mayor poder de negociación debido a que el Acuerdo Económico es una exigencia previa para que el Ecuador acceda como miembro de la Alianza del Pacífico, objetivo que le obliga a nuestro país a culminar esta negociación.
Concebir el futuro del Ecuador se reduce a prolongar el presente. Todos los elementos de análisis político, económico y social confluyen a consolidar un estancamiento - retroceso en la próxima década, porque la sociedad ecuatoriana no prevé los riesgos del país más allá de la coyuntura, por egoísmo de los dueños del capital y por miopía contra los trabajadores que hoy están desempleados. Y esto no va a cambiar si se persiste en crear temas tabú. Según la Cepal este año decreceremos en 0.2% y no hay razones para avizorar una mejora en los años siguientes. En términos por habitante el retroceso es mayor y el resultado es que cada año aumentará el número de personas pobres en el Ecuador. Este es el tamaño de nuestra desesperanza.
Un senador uruguayo me decía -ligeramente- que ellos viven en un pedazo de territorio brasileño, hablando como argentinos. En verdad se trata de un país pequeño poblado por tres millones y medio de habitantes en un territorio de 179.215 km cuadrados. Pero no ha necesitado ser de gran volumen para destacarse como una sociedad culta, para tener pro hombres de elevada respetabilidad internacional, superar grandes crisis como la del 2002 y soportar dictaduras durante 12 años (1973-1985), hasta que fue electo presidente Julio María Sanguinetti, quien al asumir dijo que la democracia en Uruguay era una verdad de destino. Y es así, porque es considerado en el mundo como un país plenamente democrático.
Un gobierno de transición tiene que hacer reformas gradualmente. Y en las circunstancias actuales en forma lenta para no abandonar el propósito fundamental de equilibrar la economía para crecer en forma auténtica. Sin recurrir a la Asamblea Nacional el gobierno puede decidir, luego de una amplia pedagogía sobre la situación, disminuir los subsidios perniciosos al diesel y a la gasolina extra, por ejemplo a un ritmo de 1 centavo de dólar cada mes para que en un lapso de cuatro años se acerque al precio internacional. De esta manera se absorbería poco a poco los costos, con un monitoreo permanente que precautele empeorar el resentimiento popular por las desigualdades, mediante medidas solidarias por parte de quienes han disfrutado del progreso económico.
El llamado “Caracazo” de 1989 en Venezuela tiene similitudes con lo ocurrido en el Ecuador. El presidente Carlos A. Pérez intentó aplicar una política del FMI que incluía la liberación de los precios de la gasolina y eso provocó en Caracas fuertes protestas, vandalismo y 280 muertos, durante 10 días, por lo que el Gobierno de Pérez anuló las medidas que iban a sincerar la economía de Venezuela. El 4 de febrero de 1992 varios militares comandados por el Coronel Hugo Chávez intentaron dar un golpe de Estado pero fracasó y fueron presos. Más tarde Pérez fue derrocado y el Presidente Rafael Caldera indultó a Chávez, quien ganó las elecciones presidenciales en 1998. Desde entonces se impuso el populismo clientelar y demagógico que implicó prácticamente regalar gasolina y gas a toda la población venezolana- ricos y pobres-, hasta ahora, cuando la economía de Venezuela ha periclitado y los pobres que no tienen dólares sufren lo indecible, comprobando que esta política es contraproducente para