Aunque apenas han pasado algunas semanas desde su primer encuentro, entre José María y Rosa -él, albañil; ella, empleada doméstica- ha germinado un vínculo. Están tan enamorados que se creen capaces de todo. Pero la violencia termina por transgredirlos; los confina solos pese a que, sin saberlo, están a centímetros de distancia.
En los parques y otros lugares públicos de Cali la práctica se ha vuelto común. Así lo indican las pruebas -empaques de condones y lubricantes- que dejan u olvidan los apasionados amantes.