A dos meses de su viaje a Estados Unidos y tras su encíclica que denuncia el sistema económico mundial, el papa Francisco se ganó nuevos enemigos con sus recientes llamados desde Sudamérica para que el mundo “cambie” el sistema y sus estructuras.
Aunque el término puede estar sujeto a varias interpretaciones, desde lingüísticas hasta antropológicas, es usual que se lo aplique a procesos religiosos que implican la superposición o coexistencias de un culto sobre otro, sin que logre eliminarse el supuestamente derrotado. Existe una creencia superior y otra subyacente pero ambas vigentes.
La gente llegó desde lejos. Madrugó, sin importar ni la repentina lluvia quiteña ni el calor del Guayas. Mucha gente acampó en el parque al que llegó hasta una semana antes, desde todos los rincones, aguantando frío, calor, lluvias de verano, incomodidades.
La entrega por parte del presidente Morales al Santo Padre de un crucifijo formado por el martillo y la hoz, símbolos del comunismo, en el que aparece crucificado Jesús, ha causado polémica.
Incluso antes de la llegada del papa Francisco al Ecuador, pues Quito y Guayaquil fueron embajadoras que lo acogieron con muestras de cariño en nombre de un pueblo que palpita de emoción a lo largo y ancho del país, los diversos medios de comunicación ofrecieron comentarios y excelentes gráficas, narraciones, entrevistas; siendo el diario nacido en 1906 el que se puso a la vanguardia condensando en el bello fascículo ‘Francisco en Ecuador’, el testimonio gráfico de su histórica visita del 5 al 8 de julio de 2015. ¡Enhorabuena!
Cuando se dio a conocer oficialmente la visita pastoral del papa Francisco al Ecuador quedó registrada una frase del arzobispo de Quito, Fausto Trávez: “La llegada del Santo Padre a Ecuador es una oportunidad para que todos nos manifestemos unidos como Iglesia, Estado, Municipio y demostremos al mundo y al Papa que en Ecuador sí nos llevamos bien”. ¿Por qué la advertencia era tan necesaria? Un clérigo observa con más nitidez el comportamiento de la sociedad, pero especialmente el de los políticos.
Franklin D. se reunió entre llantos y abrazos con su familia el sábado pasado (11 de julio). No fue una visita regular al Centro de Rehabilitación Social de Cotopaxi, en Latacunga, sino una bienvenida a la libertad.
Con una visita a los más desfavorecidos, las cerca de 23 000 familias que viven en el suburbio del Bañado Norte, en Asunción, y una misa a la que asistieron un millón de personas y que fue un auténtico homenaje a la cultura popular y guaraní del país, terminó la visita del papa a Paraguay.
Una vez que ha pasado, en parte, el fervor y la emoción que provocó la visita del papa Francisco al Ecuador, es posible realizar una primera reflexión . Una afirmación, bastante obvia por cierto, es que su carisma (en el sentido laico) conmovió a muchas personas, incluso a quienes se habían mantenido en una actitud indiferente, sea por cuestiones de carácter religioso/ideológico, por el contexto previo de movilización social y protestas o por la sensación que el régimen usaba (o quería usar) la imagen del Papa con fines políticos.
Con cánticos en latín y guaraní, el papa Francisco ofició el domingo 12 de julio en Asunción su última misa campal cargada de referencias de la cultura paraguaya antes de partir en la tarde a Roma tras una intensa gira que lo llevó a Ecuador y Bolivia.
El papa Francisco condenó el sábado (11 de julio) las ideologías que terminan en dictaduras, así como la corrupción, y pidió más igualdad en Paraguay, última parada de su gira sudamericana donde improvisó un encendido discurso político la víspera de volver a Roma.
En la intimidad del papa Francisco reina la sorpresa. Aunque todos sabían que al volver a su continente iba a estar “en su salsa” y que en otros viajes muy largos había ostentado una forma increíble, su paso por los 2800 metros de Quito, su descenso a Guayaquil, su prueba de los 4000 metros en La Paz, su nuevo descenso a los 400 metros de Santa Cruz de la Sierra y luego otro al nivel del mar, dejaron a todos boquiabiertos.
Calles ajetreadas y edificios públicos abiertos. Ese fue el panorama durante este 11 de julio en el centro de Guayaquil.
El Enlace Ciudadano 432 lo dirigió el presidente de la Repúbica, Rafael Correa, desde el malecón Julio Izurieta y calle General Córdova en la playa de Puerto López, provincia de Manabí.
La comunidad llegó desde temprano. Pero la afluencia no fue masiva.
Ya se fue el Papa y ha vuelto la cotidiana realidad. Comentarios van, comentarios vienen. En pocos días nos habremos olvidado de tan trascendental visita. Son tan veloces los acontecimientos, que incluso situaciones extremadamente importantes, pasan rápidamente al cajón de los recuerdos. Como señalaba el sociólogo Zygmunt Bauman, vivimos un tiempo líquido, donde todo se nos escapa como agua entre los dedos.
El expresidente de la Confederación de Nacionalidades Indígenas del Ecuador (Conaie) Humberto Cholango acepta hablar con EL COMERCIO como ciudadano y evaluá como positiva la visita del papa Francisco a Ecuador, entre el 5 y el 8 de julio.
El papa Francisco llega este viernes 10 de julio a Paraguay procedente de Bolivia, en la que será la última etapa de su gira por Latinoamérica, y sus primeros actos serán de carácter institucional con la visita al palacio presidencial y el encuentro con las autoridades.
La evaluación de los seis planes aplicados por el Municipio, durante la visita del papa Francisco, tuvo dos interpretaciones. Mientras las autoridades calificaron de exitoso el operativo, ciudadanos y expertos identificaron tres aspectos sensibles: movilidad, comercio y aseo.
Ejercer el poder marea, ejercerlo por mucho tiempo enferma. Solo un estado alterado puede explicar por qué el gobierno ecuatoriano insiste en farrearse el apoyo que aún le queda.