En 1916, un viaje en barco entre Nueva York y Guayaquil, con una parada obligatoria en Panamá, duraba no menos de tres semanas. Si el destino final del viajero era Portovelo, el traslado se extendía una semana más, un tramo en un buque de vapor, hasta Santa Rosa y otro -el final- a lomo de mula, por caminos de herradura.
Desde hace cinco años, la fotógrafa ecuatoriana Gabriela Martínez, cansada de la rutina de la ciudad y de la contaminación, decidió convertirse en una viajera a tiempo completo. Desde entonces, trae recuerdos fotográficos de sus experiencias para motivar a otras personas a salir y descubrir los paisajes de la naturaleza.