El niño Tijn, fallecido por un cáncer encefálico en 2017, pasó a ser “el héroe del pintauñas” al movilizar a Países Bajos para pintarse las uñas en solidaridad con los enfermos de cáncer terminal. De la recaudación, un centro de oncología invierte ahora 1,2 millones de euros en un brazo robótico para recolectar tejido del cerebro de forma segura.