Un hombre fotografía los restos del tsunami de hielo en el pueblo de Fort Erie, en Canadá. Foto: Cuenta de Twitter @ONwxchaser
Los tsunamis de hielo son una suerte de oleaje de agua en estado sólido que guardan muchas semejanzas con los icebergs. Según la comunidad científica, estas olas de hielo suelen romper contra los litorales que delimitan grandes extensiones de agua.
Este fenómeno se viralizó tras una serie de videos grabados recientemente en las cercanías del río Niágara, en Estados Unidos.
Se requiere la presencia de fuertes vientos o de intensas corrientes marinas para que este fenómeno tenga lugar. Son estos fuertes vientos los que arrastran el hielo flotante hacia las costas. De esta manera, una vez que finaliza el empujón, el aspecto que deja tras de sí recuerda al de las cunetas de las carreteras en época de invierno, sobre todo, tras el paso de las máquinas quitanieves.
Según un informe publicado por la NASA, cualquier tipo de corriente, las variaciones de temperatura del aire, el calentamiento provocado por el sol, la presencia de vientos, el “rellenado” de las grietas con cualquier tipo de precipitación, su posterior congelación, entre otros factores, pueden someter al hielo a tensiones que son capaces de provocar nuevas facturas.
Es así que para que pueda darse un ‘empujón’, es necesario que el hielo no esté especialmente compacto y esto ocurre más bien en los extremos del invierno, especialmente cuando la primavera empieza a aparecer.
Si el empuje se mantiene, la balsa de hielo debe remontar estos duros trozos de hielo y seguirá rompiéndose para acumular nuevos témpanos. El proceso continúa hasta que cesa el viento o el hielo ya no puede seguir fracturándose.
Este fenómeno no es muy habitual. Se estima que están casi restringidos a Los Grandes Lagos, Alaska y Canadá, aunque no hay ninguna razón para que no estén presentes en el extremo norte de China, Siberia o la Antártida, zonas menos pobladas y por tanto con menos cámaras que puedan registrar un fenómeno tan peculiar.