La congénita debilidad institucional y económica condujo al Ecuador, a 30 años de su fundación, a un destino tan incierto como el primer día de su nacimiento. A la grave crisis interna se sumaba la confabulación de Colombia y el Perú: por el norte el general liberal Tomás Cipriano de Mosquera buscaba la anexión del antiguo departamento de Quito, dejando a Ramón Castilla, del Perú, Guayaquil y Cuenca.